Matutina para Mujeres | Viernes 06 de Diciembre de 2024 | No te acostumbres a las conductas escandalosas

Matutina para Mujeres | Viernes 06 de Diciembre de 2024 | No te acostumbres a las conductas escandalosas

No te acostumbres a las conductas escandalosas

“Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”. Simone de Beauvoir

En el libro de los Hechos de los apóstoles, Pablo hace esta acusación: “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado el más alto honor a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a las autoridades y a quien ustedes rechazaron, después que Pilato había decidido soltarlo. En vez de pedir la libertad de aquel que era santo y justo, ustedes pidieron que se soltara a un criminal. Y así mataron ustedes al que nos lleva a la vida” (3:13-15). “Ustedes”. “Ustedes”. “Ustedes”… ¿Yo? Lo que sucedió aquel día en el Calvario me confronta con la necesidad de preguntarme: ¿Qué hubiera hecho yo si me hubiera encontrado entre aquella multitud que vio morir a Jesús crucificado? ¿Hubiera yo arrojado la piedra o gritado “crucifícalo”?

Tal vez la forma más certera de disipar esta duda sería responderme a mí misma estas otras preguntas: ¿Cómo me posiciono yo cuando me encuentro en un grupo que abusa de un inocente? ¿Me escondo yo en la masa o, individualmente (porque yo solo puedo ser yo), tomo decisiones en conciencia? ¿Hubiera yo también aplaudido y promovido (como los líderes religiosos, las autoridades gubernamentales y la “gente buena” que estaba presente) tal maltrato a un inocente? ¿O hubiera yo alzado mi voz contra semejante atrocidad? ¿Acepto sin más lo que sucede a mi alrededor, por injusto que sea contra otro ser humano, sin alzar mi voz, dando así mi aprobación con mi silencio? Eso sí sería escandaloso, en el sentido de inmoral y condenable. Lo fue entonces ante la cruz y lo sigue siendo hoy ante las injusticias que nos rodean.

Las posibles respuestas que tú des a las preguntas que te acabo de plantear, lejos de llevarte a la autocondenación, deben escandalizarte en el sentido de despertar en ti una actitud siempre cristiana ante el ser humano que tengas delante (sí, aunque sea un criminal). La misma actitud, por cierto, que tuvo Cristo muriendo en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Esa actitud de Cristo es y seguirá siendo siempre asombrosa, pasmosa, admirable, es decir, escandalosa. Y nos ayuda a evitar caer en otro escándalo mayor: el de acostumbrarnos tanto a las conductas escandalosas (inmorales y condenables) que ya no nos resulten escandalosas.

“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para que todos los que creen alcancen la salvación” (Rom. 1:16).

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