Cuidando nuestra mente
«¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos!» (Isaías 26: 3, NTV).
Un campesino vio una serpiente de cascabel justo cuando se pinchó la mano con un alambre de púas. La coincidencia de ambos sucesos en su mente le hizo creer que había sido mordido por la serpiente. Empezó a echar espuma por la boca y se le inflamó la mano. Tan pronto como el médico logró convencerlo de que no estaba envenenado, cesaron esos síntomas.
Una adivina predijo a Lord Byron que moriría a los treinta y siete años. El gran poeta inglés se llenó de preocupación ante esta profecía. Cuando finalmente alcanzó dicha edad, se vio afectado por un resfrío. Convencido de que su destino se estaba cumpliendo, decidió renunciar a la lucha contra la enfermedad y finalmente falleció.
Estos dos ejemplos ilustran el poder de la mente sobre el cuerpo. Lo que creemos y pensamos puede tener un impacto real en nuestra salud y bienestar. Por eso, es importante llenar nuestra mente de pensamientos positivos y verdaderos, que nos den esperanza y confianza en Dios. La Biblia nos aconseja: «Y sobre todas las cosas, cuida tu mente, porque ella es la fuente de la vida» (Proverbios 4: 23, TLA). Si la cuidamos de las mentiras, los temores y las dudas que nos quieren robar la paz, podremos vivir una vida plena y feliz.
Alguien podría decir que no podemos controlar lo que pensamos, que estamos a merced de las circunstancias y los problemas que nos rodean. Sin embargo, esto no es cierto. Podemos elegir en qué enfocamos nuestra atención y qué tipo de información consumimos. Podemos rechazar los pensamientos negativos y reemplazarlos por positivos.
Pablo nos aconseja: «No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (Romanos 12: 2, RV15). ¿Cómo podemos renovar nuestra mente? Leyendo la Biblia, orando, meditando en sus promesas, alabando su nombre, compartiendo con otros creyentes, sirviendo a los demás y obedeciendo sus mandamientos. Estas son algunas formas de alimentar nuestra mente con lo que es verdadero, noble y justo (ver Filipenses 4: 8).
¿Qué pensamientos negativos te han quitado la paz últimamente? Además, ¿qué hábitos puedes adoptar para renovar tu mente cada día con la Palabra de Dios?