El agradecimiento te trae al presente
“Cuando comas brotes de bambú, recuerda al hombre que los plantó”. Proverbio chino
¿Has oído hablar alguna vez del efecto luna de miel? Es un término de la psicología positiva que resulta muy útil para lograr comprender una característica de la gente moderna.
La gente hoy vive enfocada en un momento futuro, en lograr algo, en alcanzar una meta; como por ejemplo, me voy a casar, voy a ser madre, me van a dar un ascenso en el trabajo, me voy a comprar un auto nuevo, por fin voy a tener una casa… Cuando ese momento de logro obtenido llega, nos sentimos la persona más feliz del mundo, y estamos realmente agradecidas con la vida, con Dios y con quien nos ayudó a alcanzar esa meta. Ese agradecimiento es genuino, qué duda cabe, pero a las dos semanas nos habituamos al nuevo logro alcanzado y deja de tener efecto. Es como una luna de miel: quince días de felicidad total en un lugar paradisíaco y, a la vuelta a casa, costumbre, etapa superada y a volcarnos en otro momento futuro pleno de gloria.
El agradecimiento al cual nos invita Dios tiene otro efecto: nos ancla en el presente, con lo cual se minimizan las angustias e incertidumbres por el futuro y se mantiene el pico de felicidad. El monólogo interno de la persona agradecida dice: “Mira a tu alrededor, todo lo que tienes, e incluso lo que no tienes, es gracias a Dios. Mucha gente no lo tiene y tal vez tú algún día lo pierdas, así que aprécialo ahora, disfrútalo ahora y dale un buen uso ahora”. La palabra clave es “ahora”.
Fíjate en la incoherencia de nuestra sociedad. Vivimos igual o mejor que los reyes de la antigüedad: disfrutamos de numerosas y variadas actividades culturales, viajes, refrigeradora, cama caliente, acceso a comidas de todas las culturas y a entretenimientos de todo tipo, sin embargo, tenemos los niveles más altos de ansiedad, depresión, estrés y suicidio de la historia, particularmente en los países occidentales (los más “ricos” y “avanzados”). ¿Por qué pasa esto? Creo que porque nos falta ese ingrediente que nos ancla en el presente, permitiéndonos disfrutar de él; ese ingrediente es el agradecimiento.
“¿Por qué se preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes!” (Mat. 6:28-30).
