Matutina para Adultos | Sábado 04 de Enero de 2025 | Gracias por el día de hoy

Matutina para Adultos | Sábado 04 de Enero de 2025 | Gracias por el día de hoy

Gracias por el día de hoy

«Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas» (Juan 11: 41-42, DHH).

Conocí a Raymond un día en que se encontraba pidiendo limosna a la entrada del supermercado más cercano a nuestra casa. Nosotros acabábamos de regresar de una larga estancia en el extranjero y nos sorprendió encontrar a este hombre allí, porque era el primer mendigo que veíamos en la ciudad. De edad indefinida, vestido con ropas de invierno, aunque no hacía frío, humildes pero limpias, me dijo, en su deficiente español, que le daba vergüenza pedir, pero que venía escapando de la guerrilla de su país en África, y buscaba trabajo.

Al dirigirse hacia mí observé que en la palma de su mano se abría una fea llaga. Saqué del automóvil mi pequeño botiquín de urgencia y tuve que insistir bastante para que me permitiese limpiarle la herida y ponerle un apósito, protegido después con un esparadrapo. Cuando le pregunté cómo se sentía, me dio una lección que no olvidaré nunca. Porque su respuesta fue: I thank Godfor today (doy gracias a Dios por el día de hoy). Los días que siguieron conseguí que me permitiese limpiarle la llaga y al poco tiempo la tenía curada. Raymond va encontrando trabajos temporales y ya no mendiga. Pero cada vez que lo veo y le pregunto cómo le van las cosas, siempre me responde con una enorme sonrisa: I thank God far today.

Debo reconocer que desde que me encontré con Raymond he hecho mía su oración: «Gracias, Señor, por el día de hoy» y a este primer gesto de gratitud se añaden los motivos de agradecimiento que se agolpan en mi mente y que en realidad siempre se quedan cortos ante las innumerables bendiciones de que disfruto cada día. Ironías de la vida (o sería quizá un guiño cariñoso de un Dios que tiene un sorprendente sentido del humor), un día que, arrollado por las urgencias de la jornada, había olvidado repetir la oración de Raymond y mascullaba mis quejas a la vida» mientras conducía, al poner la radio oí una hermosa voz cantando, precisamente: «Gracias a la vida, que me ha dado tanto».

En el texto de hoy me impresiona leer que Jesús, incluso antes de pedirle a Dios algo humanamente imposible, le da gracias porque «me escuchas siempre». Señor, gracias porque me escuchas siempre, porque me concedes el privilegio de la vida y me permites compartir contigo una jornada más que, a tu lado, estará llena de bendiciones.

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