
La curiosidad como camino hacia una fe más profunda
“Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá” (Mateo 7:7).
La curiosidad de Olivia encendió una chispa en su corazón que la llevó realizar un viaje de descubrimiento de su fe. Hizo preguntas, buscó entendimiento y se sumergió en las Escrituras para descubrir nuevas perspectivas. A través de su experiencia, Olivia descubrió que la fe y la curiosidad pueden ir de la mano y guiarnos hacia una relación más rica y profunda con Dios.
Busca el conocimiento. La curiosidad es un don dado por Dios que nos impulsa a buscar conocimiento y comprensión. Jeremías 33:3 promete: “Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”.
Crece en la fe. La curiosidad puede ser un catalizador para el crecimiento espiritual. Al hacer preguntas y buscar respuestas, nuestra fe se profundiza. Santiago 1:5 asegura: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie”.
Asómbrate. La curiosidad fomenta un corazón lleno de asombro y admiración ante la Creación de Dios. El Salmo 19:1 nos llama a levantar la mirada: “Los cielos cuentan la gloria de Dios; la expansión proclama la obra de sus manos”. La curiosidad sobre el mundo natural nos puede llevar a un mayor aprecio de la creatividad de Dios.
La curiosidad es un impulso dado por Dios que puede conducirnos a nuevas profundidades de conocimiento, fe y asombro. Como descubrió Olivia, puede coexistir con nuestra fe y guiarnos en un viaje de descubrimiento que enriquezca nuestra relación con Dios. Acojamos la curiosidad como un medio para buscar, conocer y vivir más cerca de nuestro Creador.
Oración: Padre celestial, gracias por el regalo de la curiosidad, que me impulsa a buscarte y conocerte mejor. Ayúdame a acercarme a la fe con curiosidad, haciendo preguntas y buscando entendimiento.