
Una aventura con Dios
“Encomienda al Señor tu camino; confía en él y él actuará” (Salmo 37:5).
Allan descubrió la emoción de abrazar la aventura con confianza en la dirección de Dios. Aprendió que un espíritu aventurero, cuando está fundamentado en la fe, puede llevar a viajes y experiencias asombrosas. Su trayecto refleja cómo la aventura puede hasta ser una forma de adoración, siempre y cuando no dejemos afuera a Dios. ¿Te gustaría tener una aventura tras otra en el camino de la fe? Presta atención a cómo deberías prepararte.
Un corazón lleno de fe. La aventura comienza con un corazón lleno de fe. Hebreos 11:1 nos recuerda: “Ahora bien, la fe es tener confianza en lo que esperamos, es tener certeza de lo que no vemos”. Confiar en el plan y la guía de Dios alimenta nuestro espíritu aventurero.
Disposición a conocer lo desconocido. Proverbios 3:5 y 6 aconseja: “Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas”. La aventura a menudo implica adentrarse en lo desconocido, confiando plenamente en la sabiduría de Dios.
Audacia y valentía. Recuerda Josué 1:9: “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas”. La aventura requiere audacia y valentía para explorar nuevos horizontes.
Abrazar la aventura, fundamentada en la fe, la confianza y la valentía, nos permite emprender viajes increíbles con Dios como nuestra guía. Así como sucedió en la vida de Allan, cada día se convierte en una oportunidad de adorar a Dios a través de nuestra disposición a explorar y a tomar riesgos. Confía en el liderazgo de Dios mientras te aventuras en lo desconocido.
Oración: Padre celestial, enciende en mí un espíritu aventurero fundamentado en la fe.