
«Les daré un nuevo corazón y derramaré un espíritu nuevo entre ustedes; quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen y les pondré un corazón de carne» (Eze. 36:26)
El 3 de diciembre de 1967 los periódicos de todo el mundo tuvieron el mismo titular en primera plana: «Se logra con éxito el primer trasplante de corazón humano». El médico que logró esa gran hazaña fue Christiaan Neethling Barnard y contó con la ayuda de más de veinte cirujanos en el hospital Groote Schuur, en Sudáfrica. La operación duró aproximadamente seis horas.
¿Alguna vez has visto un documental sobre los trasplantes de órganos? Aunque las escenas parecen horrendas y grotescas, por la sangre y los tejidos vivos, se necesita de dicho procedimiento para dar nueva vida a un paciente condenado a muerte. En el texto de hoy la Biblia menciona también un trasplante de corazón, muchos siglos antes que Barnard soñara con realizar el primero de estos procedimientos. El cirujano en esta operación es Dios mismo, y él promete hacer un cambio radical en nuestra mente.
Referirse a la mente humana como «el corazón» es una metáfora conocida. Sin Dios nuestra mente, nuestro «corazón», es de piedra. ¿Te imaginas un corazón de piedra? Entre las muchas dificultades que presenta quizá la principal es que ¡no puede latir! La roca no se puede contraer.
Una mente de piedra, una conciencia dura, no nos llevará muy lejos en la vida. Sea que lo reconozcas o no, necesitas un nuevo corazón y para poder alcanzar la salvación necesitamos, como un paciente moribundo, una intervención especializada. La buena noticia es que Dios mismo se ha comprometido a cambiar nuestra
mente, nuestros pensamientos y darnos una vida nueva. Y lo mejor es que no necesitas colocarte en una lista de espera, ni pasar por un procedimiento de seis horas. Hoy, ahí donde estás, puedes pedirle a Cristo que cambie tu corazón y él lo hará en tan solo un instante.
Lamentablemente, el receptor del primer trasplante de corazón murió tan solo dieciocho días después como resultado de la neumonía, pero la Biblia dice que los que hemos recibido un nuevo corazón de las manos del Médico celestial contamos con la promesa de la vida eterna.

