
«Cuando el rey entró para recibir a los invitados, notó que había un hombre que no estaba vestido apropiadamente para una boda.
‘Amigo’, le preguntó, ‘¿cómo es que estás aquí sin ropa de bodas?’.
Pero el hombre no tuvo respuesta» (Mateo 22:11, 12).
En una junta de iglesia se analizaba el caso de una joven que había quedado embarazada antes de la boda, pero había engañado a la iglesia para casarse, encubriendo su embarazo. El punto se trajo a discusión ya que la criatura, que tenía un mes de nacida, cayó gravemente enferma. De pronto, alguien en el grupo dijo que aquello era su castigo por haber desobedecido al Señor y que, probablemente, la niña moriría como el hijo del rey David. ¡Qué duros somos para juzgar a los demás! Gloria a Dios porque no ha dejado nuestra salvación a juicio de los hombres. De ser así, muchos estaríamos lejos de soñar con la patria celestial.
¿Quién será salvo? La Biblia tiene la respuesta. En la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30) encontramos a los siervos preguntando al dueño del terreno: ¿Quieres que arranquemos la cizaña? La respuesta es «no» y tiene un por qué. «Si arrancan la cizaña, podrían arrancar también el trigo. Cuando llegue el momento de la cosecha, yo mandaré a cortar la cizaña», explicó el dueño. En la parábola de la red (Mateo
13:47-50), Jesús narra el proceso de los pescadores que echan la red y en ella caen diversas especies de pescados. Ellos hacen la separación de peces malos y buenos hasta que están en la orilla.
El Maestro termina diciendo que así será el fin del mundo, cuando los ángeles salgan a separar a los justos de los malvados. En la parábola de la fiesta de bodas (Mateo 22:1-14) encontramos que los siervos fueron por los caminos para buscar invitados y llevaron, por igual, a buenos y malos al festín. Pero, cuando el rey entró para ver a los invitados, vio a uno que no estaba vestido de bodas y mandó que lo echaran de la fiesta.
Dentro de la iglesia crecen buenos y malos; ambos muy similares en su comportamiento. Esa es la razón por la que no podemos ir de iglesia en iglesia queriendo encontrar una congregación perfecta donde no haya pecadores. En el campo de Dios, en la red de Dios y en la fiesta de bodas de Dios, siempre habrá justos y pecadores. La buena noticia es que Dios es el que hará la separación final. Prepárate para ser trigo, para ser pez bueno y para portar las vestiduras de boda que son el manto de justicia de Cristo Jesús.

