Domingo 03 de Abril de 2022 | Matutina para Mujeres | Belleza y esplendor

Belleza y esplendor

“Hazle a Aarón vestiduras sagradas que irradien belleza y esplendor” (Éxo. 28:2, NTV).

No sé por qué tengo esta noción de que Dios es práctico y minimalista, como los muebles de diseño escandinavo. Tiendo a creer que Dios prioriza la funcionalidad sobre la belleza y la aventura, con un pragmatismo insuperable. ¿De dónde saqué esta idea? No estoy segura… Tal vez sea un residuo de influencia puritana. Lo que sí sé es que necesito redescubrir al Dios de la Biblia: extravagante, dueño de una belleza opulenta y una generosidad exuberante.

Dios podría haber diseñado nuestras bocas sin papilas gustativas, nuestras retinas sin células cono y nuestras narices sin el epitelio olfatorio. Aunque podríamos sobrevivir sin la capacidad de gustar, de ver en colores y de oler, obviamente, no disfrutaríamos tanto. Comer un plato de polenta con tuco, sin ver los contrastes de los colores, sin apreciar el aroma del tomate y la mozzarella, y sin disfrutar del sabor, no sería lo mismo. Sabiendo esto, Dios nos dio cinco sentidos y nos rodeó de belleza. Dios escogió lo más bello y extravagante, no lo más práctico. En el diseño del Tabernáculo y de la Nueva Jerusalén notamos el mismo criterio. Dios escoge las mejores telas, oro y piedras preciosas, en abundancia. ¿Para qué? Para deleitarnos, para llenarnos de bendiciones hasta que sobreabunden.

Como pensamos que Dios es severo y frugal, creemos que él espera que siempre escojamos lo más práctico; no el trabajo que realmente queremos hacer, o los sueños que verdaderamente queremos alcanzar, sino la opción más funcional. Sin embargo, “cuando continuamente elegimos lo práctico y prudente, la pasión y el deseo se sofocan”, escribe Shelly Miller en uno de sus artículos. Con el tiempo, esto hace que “una parte de tu personalidad quede latente. Dios no solo es práctico, él es majestuoso, opulento y extravagante también”, agrega. Una mañana, mientras escuchaba uno de mis programas de radio favoritos, la conductora contó cómo Dios la guió a renunciar a su trabajo y escribir un libro. Ella explicó que la parte más difícil fue enfrentar el “qué dirán”, sabiendo que su decisión sería juzgada como poco práctica y poco prudente. Sin embargo, obedeció de todas maneras y Dios la bendijo con un nuevo ministerio, demostrando así su generosidad exuberante.

Señor, a veces censuro mis oraciones, mis sueños y mis anhelos pensando que me darás solo lo mínimo indispensable, solo migajas. Ayúdame a ver que, en tu generosidad exuberante, tú preparas un banquete para mí. Tú tienes planes para mi vida mucho más grandes de lo que yo pueda imaginar. Gracias por tu belleza, generosidad y amor extravagante.

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