
«Hay más esperanza para los necios
que para los que se creen sabios» (Proverbios 26:12).
Se dice que a las mujeres nos gusta tener siempre la razón. Hoy veremos que tal actitud no conduce a nada bueno. Relata un antiguo cuento que la esposa del emperador Federico era tan problemática que el matrimonio era infeliz debido a que ella siempre procuraba hacer lo contraria a la voluntad de su esposo. Si él quería comer, ella quería ayunar; si él quería dormir, ella quería levantarse; si él hacía una nueva amistad, ella le tomaba desprecio al nuevo amigo. En fin, siempre su opinión le parecía mejor y superior a la de su marido. El emperador intentó diferentes estrategias para que el carácter de su esposa mejorara, pero la situación no logró un ápice de mejora.
Cierto día, el emperador le dijo a su esposa que iría a cazar ciervos y que llevaría un poco de la hierba que usaba para envenenar la punta de las flechas. Tabién explicó que dejaría otra parte de hierba venenosa en la casa para otro día de cacería. Le dejó indicaciones explícitas, a su esposa y todos los que vivían con ellos, de que por nada del mundo usaran esa hierba para curar sarnas, o cualquier herida en el cuerpo, pues les causaría una muerte inmediata. En seguida tomó un ungüento basada en otra hierba y se lo untó en una de las llagas que él tenía y la herida comenzó a mejorar a la vista de todos. También dio indicaciones a su esposa de que se diese de ese ungüento a cualquiera que estuviera enfermo en la casa.
Habiendo dado todas las indicaciones, tomó la hierba venenosa y se marchó a la cacería. Apenas se hubo marchado, la esposa exclamó: «¿Ya ven que mentiroso es mi falso emperador? Él sabe que mi sarna no es como la de él y por eso me dice que no me unte las hierbas para las flechas; sabe que con el ungüento yo no sanaré nunca. Me untaré las hierbas para que cuando regrese me vea sana». En seguida untó las hierbas en su llaga y su muerte fue inmediata.
Dice el texto de hoy que más esperanza hay para el necio que para la gente que se cree sabia en su propia opinión, y la Biblia no se equivoca. Quien siempre cree tener la razón, pisoteando la opinión de otros, sin duda está preparando el camino hacia su tumba como lo hizo la esposa del emperador. Busquemos cada día la sabiduría que viene de lo alto y no actuemos impulsadas solo por nuestra propia opinión.

