
«Tú, Señor, diste forma a mis entrañas;
tú me formaste en el vientre de mi madre» (Salmos 139:13, RVC).
Cuenta Ernest Gordon en «Milagro en el río Kwai», que cierto día a los soldados escoceses les hizo falta una pala en el conteo de herramientas. Airado el guardia japonés, les apuntó con su arma y amenazó con matarlos a todos si no encontraban la pala. Uno de los soldados escoceses, al ver el trágico fin que les esperaba, dio un paso al frente. El oficial dejó a un lado su arma y golpeó al escocés con una pala hasta matarlo. Cuando se hizo un nuevo recuento de las herramientas, se dieron cuenta que estaban completas; la primera vez habían contado mal. Un mal conteo terminó con la vida de un hombre inocente.
Muchos sueños mueren en las mentes de no pocas mujeres porque no encontraron «una pala». Muchas no logran encontrar la belleza de sus virtudes y asesinan a su autoestima. Lo más trágico es que lo que no encontraron, siempre estuvo ahí. No hacía falta, solo era cuestión de concentrarse y hallar esa sonrisa bonita, esa voz amable, esos ojos radiantes y tantas cualidades que, como mujeres, en ocasiones, damos por perdidas. Tengo una amiga que si alguien le dice que tiene una bonita sonrisa, ella responde:
—Mi sonrisa es fea.
A ella no le gusta mucho hablar por teléfono porque piensa que su voz es fea. Cierto día, mientras sosteníamos una conversación e hizo mención negativa de su persona, le dije:
—Te prohíbo que vuelvas a decir que lo que hay en ti es feo.
¿Qué cualidades hay en ti que no estás valorando? Así como es tu nariz, es linda; como es tu sonrisa, es linda; grandes o pequeños, claros u oscuros, tus ojos son lindos; lacio, rizado o esponjado, tu cabello es lindo. Blanca o morena, tu piel es linda. Tú eres linda, no hace falta «ninguna pala». Tu belleza es completa porque ese es el molde que Dios usó contigo cuando te formó en el vientre de tu madre y eso te hace única e irrepetible. Concéntrate en lo que eres, en lo que tienes y, con acción de gracias, haz una lista de tus virtudes y cualidades; toma un lápiz o pluma y anótalas. Te sorprenderás de cuántas «palas», que creías perdidas, encuentras dentro de ti.

