Matutina para Mujeres | Jueves 20 de noviembre de 2025 | Protagonistas de ilustraciones de Jesús

Matutina para Mujeres | Jueves 20 de noviembre de 2025 | Protagonistas de ilustraciones de Jesús

Matutina para Mujeres

«No codicies la casa de tu prójimo.

No codicies la esposa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro,

ni ninguna otra cosa que le pertenezca» (Éxodo 20:17).

A Jesús siempre le gustó hacer uso de ilustraciones prácticas de la vida cotidiana para dejar un mensaje claro. Mientras estudiaba el libro de Lucas, me percaté que el escritor relata dos milagros en los cuales Jesús hace referencia al buey y al asno. En una ocasión, Jesús sanó a una mujer que hacía 18 años que caminaba encorvada. Como resultado, los fariseos se molestaron porque aquel día era sábado. En respuesta, Jesús les dice: «¡Hipócritas! Cada uno de ustedes trabaja en el día de descanso. ¿Acaso no desatan su buey o su burro

y lo sacan del establo el día de descanso y lo llevan a tomar agua?» (Lucas 13:15).

En otra ocasión, Jesús sanó a un hombre que padecía hidropesía (acumulación anormal de líquido en alguna cavidad o tejido del organismo); y aquel día también era sábado. Y, como Jesús sabía que los fariseos estaban pendientes de lo que hacía, «se dirigió a ellos y dijo: ‘¿Quién de ustedes no trabaja el día de descanso? Si tu hijo o tu buey cae en un pozo, ¿acaso no corres para sacarlo?’ » (Lucas 14:5). «Un buey y un asno… ¿Dónde más he visto esa frase?», pensé. «¡Claro! En los Diez Mandamientos».

Después de tanto meditar en la importancia de estos dos grandes protagonistas, llegué a la conclusión de que el buey era la máquina de arado de la antigüedad. El buey constituía la fuente de ingresos de la mayor parte de la población. El asno, por su parte, era la máquina de transporte en una civilización que no conoció los automóviles. Además de esto, me atrevo a pensar, los fariseos daban mucha importancia a estos dos animales porque también estaban incluidos en la ley de Dios. Es decir, los dirigentes religiosos daban mayor importancia a las formas, las tradiciones, las cosas y hasta los animales, que a las personas. Claramente, no querían que Jesús atendiera las necesidades de los sufrientes en sábado, pero ellos sí podían atender las necesidades de sus animales.

¿Cuántas veces hemos actuado como los fariseos? Creyendo estar cumpliendo con un fiel servicio a Dios, nuestros motivos egoístas y errados nos han llevado lejos del ideal. Pidamos hoy a Dios que nos ayude a hacer su voluntad y no la nuestra. Nuestro prójimo vale más que un buey y un asno.

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