Matutina para Mujeres | Martes 9 de diciembre de 2025 | Guardar silencio

Matutina para Mujeres | Martes 9 de diciembre de 2025 | Guardar silencio

Matutina para Mujeres

» ‘No griten, ni siquiera hablen’, ordenó Josué. ‘Que no salga ni una sola palabra de ninguno de ustedes hasta que yo les diga que griten. ¡Entonces griten!’ » (Josué 6:10).

Cuando se trata de una injusticia, son pocos los que se quedan callados. Algunos inclusive hacen alarde de que antes muertos que guardar silencio. Y su frase, en ocasiones, se ha cumplido. Hay dos relatos en los cuales basaremos nuestro estudio de hoy. El primero tiene que ver con la caída de los muros de Jericó. Desde las murallas, los enemigos veían con asombro y miedo cómo una procesión daba una vuelta silenciosa cada día alrededor de la ciudad. Para cualquier experto en guerras resultaría absurda la estrategia de caminar en absoluto silencio. No obstante, aquel fue el método de Dios para enseñar a su pueblo una gran lección de fe. Hebreos 11:30 afirma: «Por la fe cayeron los muros de Jericó». Cada día, mientras daban la vuelta a la ciudad, tenían la oportunidad de pensar en el extraño pedido del Señor.

En ocasiones, queremos resolver de inmediato el problema que enfrentamos y, en lugar de resolverlo, lo agravamos más. Esto es el resultado de querer usar nuestras humanas y fallidas estrategias. Cuando esperamos en sumiso silencio, el Señor hace caer las murallas delante de nosotros. Finalmente, llegó la hora de gritar. El momento era en el día siete, no antes; y cuando el pueblo gritó, las murallas cayeron y ellos conquistaron la ciudad por el poder de Dios.

Otro personaje que guardó silencio fue Daniel. Cuando injustamente fue acusado por sus colegas envidiosos, no encontramos referencias que indiquen que quiso defenderse, o que escribió una carta, o que pidió un concilio para exponer sus razones y la trampa que, obviamente, el rey ya había descubierto. Sin embargo, una vez que Dios lo hubo librado por su inocencia, Daniel le responde al rey: «Mi Dios envió a su ángel para cerrarles la boca a los leones, a fin de que no me hicieran daño, porque fui declarado inocente ante Dios y no he hecho nada malo en contra de usted, su majestad» (Daniel 6:22). Fue hasta ese momento que Daniel se defendió.

Bien lo dijo David: «Guarda silencio ante el Señor, y espera en él» (Salmo 37:7, RVC). Y lo repite: «Y volví a guardar silencio. No abrí la boca, porque tú eres quien actúa» (Salmos 39:9, RVC). La buena noticia es que Dios está listo para defenderte, a veces solo debes guardar silencio. En este silencio se pule la fe.

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