
«Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres» (Hechos 9:1, 2).
En la Biblia encontramos la historia de Saulo, quien más tarde sería conocido como el apóstol Pablo. Conocemos a Saulo en primera instancia como un feroz perseguidor de los discípulos de Jesús. Respiraba amenazas de muerte contra ellos y buscaba destruir la fe en el «Camino». Sin embargo, Dios tenía un plan de transformación para su vida.
Camino a Damasco, Saulo tuvo un encuentro con Jesús que cambió su vida por completo. Una luz brillante del cielo lo rodeó y Jesús se le apareció, preguntándole: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» A partir de ese momento, Saulo experimentó una transformación radical y se convirtió en uno de los más grandes defensores y propagadores del evangelio.
La historia de Saulo nos enseña que, no importa cuán lejos hayamos llegado en nuestro camino de error y pecado, Dios tiene el poder de transformarnos. Incluso aquellos que han cometido errores graves o han sido enemigos de la fe pueden experimentar la gracia y el perdón de Dios. Él nos invita a arrepentirnos y dar un giro de 180 grados en nuestra vida, convirtiéndonos en siervos dedicados a su obra.
Como jóvenes, podemos mirar la vida de Saulo y recordar que no estamos excluidos de la gracia transformadora de Dios. Tal vez hayamos cometido errores o nos hayamos alejado de su camino, pero Dios está dispuesto a perdonarnos y guiarnos hacia una vida nueva en él. Solo necesitamos humillarnos, confesar nuestras fallas y aceptar que transforme nuestra vida.
De esta manera, la historia de Saulo nos recuerda que Dios tiene el poder de transformarnos, sin importar dónde nos encontremos hoy. Ojalá seamos un testimonio viviente del poder transformador de Dios.
Oración: Permíteme, Padre, ser un instrumento de tu amor y tu gracia para bendecir a quienes me conocen.

