«Les contó otra parábola más: ‘El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en tres medidas de harina, hasta que hizo crecer toda la masa’ » (Mateo 13:33).
Piensa en cuando pones tu lista de reproducción favorita en modo aleatorio. Una sola canción puede cambiar totalmente tu humor. Lo mismo pasa con la Palabra de Dios. Puede parecer una pequeña parte de tu rutina diaria, pero tiene el poder de cambiar todo.
Es como cuando empiezas a leer unos pocos versículos antes de dormir o mientras devoras tu cereal por la mañana. No te das cuenta, pero esa pequeña acción empieza a trabajar en ti. En la rutina de la normalidad transforma tu perspectiva, tus relaciones y hasta cómo reaccionas ante los dramas diarios.
La parábola nos enseña que el avance espiritual suele ser un proceso encubierto. No es instantáneo, es más como poner tu celular en modo avión: silencioso pero poderoso.
La clave aquí es la constancia. No se trata de una carrera de velocidad, sino más bien de un maratón con la
Biblia. Esas dosis diarias de sabiduría y verdad pueden llevar tu vida a un nuevo nivel que no esperabas.
Al igual que la levadura hace su magia en toda la masa, la Palabra tiene el potencial de hacer una mejora completa en tu vida, impactando desde cómo ves las cosas hasta qué influencia tienes en tu grupo de amigos.
Te lanzo un desafío: ¿Qué pasaría si le das a la Biblia el mismo tiempo que le das a navegar en tus redes? Prueba y mira cómo esos pequeños versículos comienzan a fermentar ideas, sueños y acciones que están más allá de lo que imaginabas.
Oración: Querido Dios, gracias por tu Palabra, que es como levadura en la masa. Ayúdame a conectarme con ella cada día, para que trabaje en mi vida de manera épica. Que esos pequeños momentos sean el comienzo de una transformación que me haga más y más como tú quieres que sea.
