Matutina para Adolescentes, Miércoles 21 de Julio de 2021

Matutina para Adolescentes, Miércoles 21 de Julio de 2021

El ángel de Owkwa – parte 1

“Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán” (Luc. 11:9).

“Gran Espíritu, muéstrame cómo hacer que mi pueblo sea bueno”.

Una y otra vez el jefe repetía esta oración. Mientras en una remota región de la Guayana Británica su aldea dormía y los animales nocturnos merodeaban, el jefe le rogaba al único dios que conocía que le diera sabiduría para cambiar las vidas de las personas bajo su cuidado. Quería que se convirtieran en algo diferente a las demás tribus.

Era un país inhóspito y poco desarrollado; peligroso. En la década de 1880, la gente vivía con miedo a los espíritus, aunque también les pedían ayuda. Era fácil asesinar a alguien, ya fuera de forma rápida con un dardo envenenado disparado con una cerbatana, o a través de un potente veneno elaborado a partir de insectos. Así de sencillo.

Incluso los que vivían en la capital consideraban la jungla como una trampa mortal, un vasto territorio inexplorado de traicioneras caídas de agua, arenas movedizas, insectos, animales y gente salvaje. El gobierno no podía ofrecer protección a los visitantes que planeaban ir allí. Pero en lo profundo de la selva, el jefe continuaba orando, pidiendo ayuda para hacer que su tribu fuera buena y diferente a las demás tribus, y para que tuvieran una vida mejor.

Hasta un día en que, mientras estaba en una reunión, sucedió algo. Estaba en pie y de repente se quedó en silencio. Los hombres le hablaron, pero él no respondía. Sus ojos se pusieron en blanco y no respiraba ni movía un solo músculo. Estaba rígido como una estatua y cuando trataron de acostarlo en el suelo, no pudieron moverlo. Todos se asustaron. Algunos comenzaron a llorar. Otros pensaban que había muerto.

Las horas pasaron, el sol salió y, de un momento a otro, así como entró en trance, parpadeó y volvió a respirar con fuerza.

–¡Papá! –gritó su hijo de diez años–. ¿Estás enfermo?

–No, Promi. No estoy enfermo. Pero he visto cosas maravillosas.

Cuando la multitud se reunió a su alrededor, comenzó a describir las imágenes y a contarles sobre el lugar que había visto:

–Es un lugar brillante –dijo, describiendo el cielo y la larga mesa donde los salvados comerán con Dios–. Es un lugar hermoso, diferente a esta tierra. No quería regresar.

Continuará…

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