Matutina para Adolescentes, Sábado 31 de Julio de 2021

Matutina para Adolescentes, Sábado 31 de Julio de 2021

Anna Knight – parte 4

“Les enseñaré a comportarse de manera buena y recta” (1 Sam. 12:23).

El Sr. Chambers le envió una carta alentándola y diciéndole que Dios la había perdonado y que le daría fuerzas para que no le fallara en el futuro. Anna nunca volvió a trabajar en sábado, pero su madre jamás lo entendió. “Tú no me dirás cómo se hacen las cosas –le dijo–. ¡Soy tu madre! Detén esta tontería de guardar el sábado o te vas”.

Anna esperó hasta que su madre se calmara y encontró la forma de decirle calmadamente: “Está bien, me iré, no puedo renunciar al sábado y a mi esperanza de la vida eterna”. Cumplió su promesa de ayudar con la cosecha y luego tomó el poco dinero que tenía y partió llorosa a la casa de los Chambers. Pero ahora su futuro estaba decidido y ella estaba emocionada. Iría a la escuela y se convertiría en maestra.

Durante un tiempo, Anna ayudó a la señora Chambers con su panadería, pero pronto la ayudaron a inscribirse en la primera escuela real de su vida: la Academia Mount Vernon, en Ohio. Sus compañeros de clase se reían de ella por lo campesina e inculta que era. La llamaban “la verde”. Un día, cuando los vio burlándose de ella, los dejó sin palabras al decirles: “No importa, las cosas verdes siempre crecen”. Pronto, hizo buenos amigos que la ayudaron con sus estudios y apreciaban todas las cosas interesantes que ella sabía sobre la naturaleza.

Después de un año en Mount Vernon, Anna quiso seguir estudiando, así que se inscribió en el Battle Creek College. Allí, asistió a clases, trabajó la mayor parte de sus días en la lavandería y planchaba en privado. Todos estos ingresos la ayudaron a pagar sus gastos. Para fin de año, estaba lista para comenzar Enfermería en el Sanatorio de Battle Creek.

Hubo una experiencia que se convirtió en lo más destacado de la capacitación de Anna. Una señora de apellido Henry ingresó en el hospital con insuficiencia cardíaca y decidió quedarse para recibir atención. Los médicos dijeron que aunque ella había sido muy activa, ahora solo un milagro podría salvarla. Un día le preguntó al capellán del hospital si podían ungirla como se describe en Santiago 5. Anna le pidió a Dios que la sanara, y a sus amigos que oraran a una hora específica.

Llevaron a la Sra. Henry a la capilla en silla de ruedas. El servicio fue tranquilo y espiritual y, cuando concluyó, la Sra. Henry había sanado. Subió caminando las escaleras a su habitación y al examinarla, los médicos no encontraron rastros de la enfermedad cardíaca que la afectaba.

Continuará…

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