Una nueva fobia
“Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gen. 2:3, RVR 95).
“Fobia” es un término de uso común en la sociedad actual. Ha sido definido por los expertos como “temor irracional muy intenso ante una cosa o situación, que genera una ansiedad incontrolable”.
Las fobias se han convertido en un problema psicológico y psiquiátrico cada día más frecuente en las consultas, como resultado del estilo de vida moderno, que ejerce mucha presión emocional, social, física y espiritual en los individuos.
Esta sociedad industrializada, competitiva y vertiginosamente cambiante exige productividad constante y está llevando a muchas personas a un nuevo tipo de fobia: la fobia a no tener qué hacer. La necesidad de estar siempre ocupados se ha transformado en una obsesión para muchos; no se permiten tiempos de descanso, reflexión, meditación, esparcimiento y encuentro sin sentir culpa. Las damas, especialmente las madres y esposas, saben a lo que me estoy refiriendo; nos creamos la sensación de tener tareas pendientes, ocupaciones y obligaciones que no acaban.
Es importante reconocer que hay cierto tipo de ocio que es muy productivo; me refiero al que nos lleva a periodos de relajamiento físico y mental que nos permiten recargar energías perdidas, y al desarrollo de intimidad con las personas que amamos, lo que nos hace sentir plenas y motivadas. Hacer un alto en las tareas y tomar un tiempo para desarrollar intimidad y compañerismo con Dios diariamente crea paz, al mismo tiempo que nos ayuda a ocuparnos en lo que es realmente vital. Las actividades lúdicas con la familia, así como una conversación simple con el hijo, el esposo o los amigos, son una buena medicina para el alma, pues crean lazos emocionales profundos.
Dios, en su infinita sabiduría y siendo conocedor de nuestra realidad, nos ha dado un tiempo especial para el descanso y la comunión. Dice el Señor que el sábado fue creado por causa del hombre, para que en él encontremos descanso.
Seamos prudentes en el uso que hacemos de las horas sagradas del sábado y pongamos, con la ayuda de Dios, las prioridades en orden. La convivencia familiar, la comunión con los hermanos y el servicio al prójimo son algunas de las actividades que nos proveen descanso y salud integral.