Las millas extras
“Si un soldado te exige que lleves su equipo por un kilómetro, llévalo dos” (Mat. 5:41, NTV).
Hace unas semanas, te conté el ejemplo de un amigo que es muy responsable. Hoy te quiero contar algo que aprendí de su hermano. Esteban, además de ser fiel tesorero e instructor en el Club de Conquistadores, tenía otra característica: siempre estaba dispuesto a hacer la milla extra. Vi esta actitud de forma muy marcada en su “trabajo” como fotógrafo.
En los requisitos más avanzados de liderazgo en el Club, muchas veces se piden fotos que sirvan de registro de las actividades realizadas. A veces, es la única forma que se tiene de comprobar su cumplimiento.
En todos los eventos, en medio de todos los detalles por los que muchas veces andábamos corriendo, Esteban siempre dedicaba tiempo a tomar fotografías de lo que pasaba. Además, editaba esas fotos y las publicaba en el perfil del club en las redes sociales, o las ponía a disposición de los líderes que las necesitaran.
Parecía algo sencillo, pero le tomaba mucho tiempo y talento que nadie remuneraba y que a veces demandábamos como dándolo por sentado. Él lo hacía con la mejor disposición siempre, además de sus otras tareas y, cuando ya no estuvo, se notó muchísimo. Entre otras cosas, ya no había tantas fotos, y muchos momentos memorables pasaban desapercibidos.
Cuando Jesús enseñó esto, cerca de ellos había una compañía de soldados romanos. El pueblo realmente quería vengarse de sus opresores, que a menudo los hacían acarrear pesadas cargas por las laderas empinadas o los obligaban a otras tareas crueles. Pero Jesús no había venido para enseñar la venganza, por lo menos no de la forma en que ellos la conocían. “Toda la vida terrenal de Jesús fue una manifestación de este principio. Para traer el pan de vida a sus enemigos, nuestro Salvador dejó su hogar en los cielos. Aunque desde la cuna hasta el sepulcro lo abrumaron con calumnias y persecución, ellas sacaron de él solo expresiones de amor perdonador” (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 67, 68).
Jesús no solo hizo una milla extra: atravesó la atmósfera y se rebajó a hacerse hombre para mostrarnos su amor.
Cada vez que hacemos un poco más de lo que se nos pide, o algo en favor de los demás, estamos imitando a nuestro Maestro, y eso siempre traerá su recompensa y su bendición aparejada, aunque parezca que nadie lo nota.
¿En qué lo practicarás hoy?