¿Por qué me cuesta tanto obedecer?
“Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:8).
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- Porque soy muy listo.
- Porque soy desobediente por naturaleza.
- Porque me cuesta reconocer que estoy equivocado.
Si tu mamá te dice que ordenes la habitación casi siempre te preguntas: “¿Por qué?”; “¿Para qué?”
Obedecer puede ser muy difícil, sobre todo si lo que te han dicho que hagas va en contra de tu voluntad, es decir, tú no quieres hacerlo. Pero si eres obediente lo harás porque reconocerás que es lo correcto y como amas mucho a tu mamá, sabes que ella está tratando de enseñarte a ser ordenado para que te vaya bien en otras cosas más importantes de la vida. Sin embargo, si eres irrespetuoso y contestas mal a tu mamá, cada vez te será más difícil obedecer, estarás enfadado con todo el mundo, incluso contigo mismo y te sentirás muy mal.
La Biblia nos enseña que, por causa del pecado, todos nacemos con una gran tendencia a desobedecer y nos cuesta mucho ser obedientes; para conseguir ser obediente necesitas la ayuda de Dios, y solo tienes que pedírsela.
¿Has pensado alguna vez cuál fue la primera persona en desobedecer en este mundo? Primero fue Eva y luego Adán. ¿Qué fue lo primero que hicieron después de tomar el fruto del árbol que Dios les había dicho que no tomaran? ¿Te acuerdas? Estaban asustados y se escondieron detrás de los arbustos, para que Dios no los encontrara. Nosotros hacemos lo mismo. Cuando cometemos un error o desobedecemos siempre tratamos de ocultarlo y escondernos. ¿Pero podemos escondernos de Dios? ¡Claro que no! Puede que nuestro profesor o nuestra mamá no se haya dado cuenta todavía, pero seguro que lo hará. Además, Dios siempre nos ve y sabe lo que estamos haciendo y diciendo. No es bueno esconderse ni huir, pues eso nos va a llevar a mentir. Lo mejor es arrepentirse, es decir, reconocer que nos hemos equivocado y pedir perdón. Te sentirás mejor y seguramente te darán un premio.
Pídele a Jesús en tu Diario de Oración que te ayude a obedecer siempre por amor a Dios y a tus padres.