Los años dorados – II
“Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí” (Sal. 139:5).
Si alguna vez has completado un rompecabezas de más de mil piezas, conoces la satisfacción que se experimenta cuando solo te faltan unas pocas piezas para concluir. Seguro no fue fácil; quizá en muchas ocasiones, a través del ensayo y el error, tuviste que comenzar de nuevo o reacomodar bastante. Pero qué satisfacción cuando al fin puedes ver el cuadro terminado y sabes que tú lo hiciste. Llegar a la madurez es semejante a esto; con gozo y gratitud a la vida puedes ver que has cerrado ciclos para dar paso a otros, has creado oportunidades que te hacen digna de confianza y respeto, has tenido que comenzar de nuevo y reacomodar bastante, pero con la perspectiva que da el tiempo ves que la imagen de tu vida es satisfactoria; entonces, te sientes en paz para enfrentar el futuro.
Tu bagaje te ha enseñado a cambiar conceptos y a establecer prioridades. El tiempo de búsqueda concluye, porque sabes lo que quieres y lo que necesitas. La madurez te pone en la cima de la montaña, lo que te permite tener una visión clara y te demuestra que estás capacitada para ser mentora de las que tienen menos años y menos experiencia. Es el tiempo en que puedes exclamar: “Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí” (Sal. 139:5). Con propiedad, puedes considerarte conocedora de la ciencia de la vida en Cristo, pues esta ya es una materia cursada y aprobada, con la ayuda de Dios.
En este tiempo de recuento, enfócate más en las bendiciones recibidas y menos en las penas vividas. Por supuesto que en el camino que te falta por recorrer habrá escollos que salvar; pero “cuando creamos realmente que Dios nos ama y quiere ayudarnos, dejaremos de estar angustiadas por el futuro. Confiaremos en Dios así como un niño confía en su padre amante” (La oración, p. 270).
La mujer madura no teme al rechazo, sino que tiene amor propio sostenido en el apoyo incondicional que le ofrece el Padre. Tu tarea es descubrir los propósitos nuevos que Dios tiene para ti en la etapa en que te encuentras. Sé una mujer distinguida. Camina por el camino de tu vida llevando contigo la experiencia de los años vividos, con orgullo y elegancia.