¿Con qué comparó David a las personas que obedecen a Dios?
“Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien!” (Salmo 1:3).
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- Con un árbol.
- Con un río.
- Con el viento.
¿Has ido alguna vez a un bosque lleno de árboles y has levantado la vista?
Seguro que has visto pinos, abetos u otros árboles que crecen durante muchos años y casi llegan hasta el cielo.
Si encuentras en el bosque un tronco de árbol cortado por la mitad, podrás observar muchos círculos o anillos concéntricos que señalan la edad que tiene ese árbol. Hay árboles que pueden tener más de mil años, son muy altos y tienen un tronco muy ancho.
El árbol más alto del mundo tiene aproximadamente unos ochocientos años y se llama Hyperion. Es una secuoya roja que se encuentra en el Parque Nacional Redwood, en San Francisco, California. Mide más de ciento quince metros de altura y todavía sigue creciendo.
Dios creó los árboles para darnos oxígeno para respirar, limpiar el aire, darnos sombra, y servir de casa para las aves y otros animales. Por ello, debes cuidar siempre de los árboles y no golpearlos ni romper su corteza, pues son muy valiosos para la vida en la tierra.
El rey David comparó a los que obedecen a Dios con “un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas”. Y añade: “¡Todo lo que hace, le sale bien!” (Puedes leerlo en el Salmo 1:3).
¿Quieres ser como un impresionante árbol y que todo te salga bien? Pues lee el Salmo 1 y sabrás cómo conseguirlo.
Dibuja un árbol en tu Diario de Oración, ¡y sigue creciendo hasta el cielo!