Haciéndose mono
“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conformea nuestra semejanza” (Génesis 1:26, LBLA).
¿De dónde venimos? Esa es una cuestión filosófica tan importante como las preguntas ¿qué hacemos aquí? y ¿a dónde vamos? Pensadores de todos los tiempos se han hecho esas y otras preguntas durante miles de años. ¿Hemos sido creados por Dios? ¿No somos más que criaturas evolucionadas que alguna vez fueron simios? ¿Terminaremos algún día viviendo entre las estrellas o en otros planetas? ¿Importa lo que creamos?
Bueno, el panorama se volvió un poco más confuso para algunos en esta fecha de 1925, cuando John Scopes, un profesor de ciencias de una escuela secundaria en Dayton, Tennessee, fue llevado a juicio por enseñar la teoría de la evolución de Darwin. En marzo de 1925, el gobernador de Tennessee había firmado una ley que establecía que ningún profesor de ninguna escuela o universidad públicas del estado de Tennessee podía “enseñar ninguna teoría que niegue la historia de la creación divina del hombre tal y como se enseña en la Biblia”. Pero John, que creía firmemente en la razón, decidió hacerlo de todos modos. Se le puso una multa de 100 dólares por infringir la ley y fue llevado a los tribunales.
El conocido William Jennings Bryan fue el fiscal del Estado, y Clarence Darrows fue el abogado defensor de John. Se convirtió en el juicio más célebre del siglo, apodado por todos los periódicos como “El Juicio del Mono”. Se transmitió en vivo por la radio, y el mundo escuchó atentamente el enfrentamiento entre la fe y la razón. El juicio también atrajo a miles de espectadores y, finalmente, se trasladó del interior al frente del juzgado por temor a que el peso de la multitud derrumbara el piso principal de la sala. Sorprendentemente, Scopes ganó su caso, aunque fue despedido de su puesto de profesor en el colegio donde trabajaba.
Desde entonces, los tribunales de Estados Unidos han emitido sus veredictos muchas veces. Algunos están a favor de la enseñanza exclusiva de la evolución, mientras otros consideran que las escuelas deben presentar tanto la evolución como la creación y dejar que los alumnos decidan por sí mismos.
¿Y tú? ¿Cuál es tu postura sobre el tema? ¿Serás lo suficientemente valiente como para hablar en nombre de Dios cuando se trata de la creación de la Tierra y el origen de la vida? ¿Sabes por qué crees en lo que crees? ¿Por qué eso es importante? Hace mucho, mucho tiempo, Jesús dio la cara por ti. ¿Harás lo mismo por él?