Domingo 12 de Febrero de 2023 | Matutina para Adultos | “Él es tu escudo protector”

“Él es tu escudo protector”

“¿Quién como tú, pueblo salvado por Jehová? Él es tu escudo protector, la espada de tu triunfo” (Deuteronomio 33:29).

Los más pequeños suelen tener un ingenio natural para lidiar con las cosas. Por ejemplo, en cierta ocasión, un niño estaba jugando con un bate y una pelota de béisbol cuando, lleno de emoción, le dijo al papá: “Mira, papi”, y lanzó la pelota al aire. Cuando la esférica venía descendiendo, hizo un poderoso swing con el bate, pero abanicó. Muy emocionado, insistió: “Espera, papi, ya verás lo que pasará ahora”. Así que, una vez más, lanzó la pelota, pero hizo swing, y volvió a abanicar. El chico no se rendía; por tanto, repitió el lanzamiento y abanicó por tercera vez, lo cual indicaba que quedaba fuera de la caja de bateo. El padre pensó que el niño se sentiría desanimado, cuando sorpresivamente el pequeño vociferó: “¿Ves, papi? Soy un gran lanzador”.

Quizás los observadores, incluyendo al papá, dieron por sentado que el niño era un mal bateador, pero no se imaginaron que era lanzador. Todo depende del ángulo desde el que uno está observando la situación. Ilustremos esto con un ejemplo bíblico. Israel estaba cruzando el mar, detrás venía el poderoso ejército egipcio, y cuando los israelitas parecían estar “ponchados”, la Biblia dice lo siguiente: “En ese momento el ángel de Dios y la columna de nube, que marchaban al frente de los israelitas, cambiaron de lugar y se pusieron detrás de ellos. Así la columna de nube quedó entre el ejército egipcio y los israelitas; para los egipcios era una nube oscura, pero a los israelitas los alumbraba” (Éxo. 14:19, 20, DHH). El texto habla de dos grupos: los egipcios y los israelitas. Lo extraño es que la misma nube era oscuridad y luz. Para los que estaban del lado egipcio, la nube era una fuente de oscuridad; sin embargo, para los israelitas, esa misma nube era una columna de luz.

Cuando los egipcios estaban listos para burlarse del aparente fracaso del pueblo de Dios, la columna de nube, la presencia misma del Señor, se colocó como un muro, un escudo que permitió ver la victoria donde todo parecía una inminente derrota.

“¿Quién como tú, pueblo salvado por Jehová? Él es tu escudo protector, la espada de tu triunfo” (Deut. 33:29). Aunque la gente nos vea como malos bateadores, cuando Dios está con nosotros, las situaciones más embarazosas se convierten en nuestras más grandes victorias.

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