Domingo 19 de Febrero de 2023 | Matutina para Adultos | “En la vejez, yo los sostendré”

“En la vejez, yo los sostendré”

“Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré” (Isaías 46:4, NVI).

En el momento en que estoy escribiendo esta reflexión, Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, tiene 81 años. Joe Biden acaba de llegar a la presidencia del país con 78 años, la persona con más edad en ocupar ese puesto. Los diarios peruanos no dejan pasar por alto la graduación de Alejo Ruiz, de 89 años, que acaba de concluir sus estudios de Electrónica industrial. Hace un par de años, la Benemérita Universidad de Puebla, en México, nos presentó a su egresado más longevo: Felipe Espinosa Tecuapetla, que se graduó de Ingeniería de procesos y Gestión industrial a los 84 años. Estos ejemplos demuestran que la vejez no tiene que ser una etapa improductiva de la vida, una época en la que solo se vive de recuerdos. La última franja de nuestra existencia puede ser tan productiva y cargada de sueños como lo fueron los años de la adolescencia.

El Sabio declaró por escrito que “la belleza de los ancianos [es] su vejez” (Prov. 20:29). El sustantivo hebreo hadar, traducido como “belleza”, conlleva la idea de dignidad, de magnificencia, de esplendor, de gloria. Comentando el pasaje dice Derek Kidner que “cada época tiene su designada excelencia, para ser respetada y disfrutada en su tiempo”.³² Llegar a la vejez es una bendición divina, y como tal debe ser una bendición para los que están en nuestro entorno mientras haya aliento de vida en nosotros.

Si sientes que, debido a tu gran cantidad de años, tu vida ya no es útil, toma en cuenta lo que dijo el salmista: “Dios mío, no me abandones aun cuando ya esté yo viejo y canoso, pues aún tengo que hablar de tu gran poder a esta generación y a las futuras” (Sal. 71:18, DHH). Ahora que han llegado los años del caminar lento y que el boato ha quedado atrás, la promesa de Dios es esta:

“Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré” (Isa. 46:4, NVI). “Aun en la vejez”, una etapa que hemos de vivir con dignidad, magnificencia y esplendor, dando gloria a quien nos sostiene.

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