Una ballena hundió un barco
Allí está el mar, ancho e infinito […]. Allí navegan los barcos y se mece Leviatán, que tú creaste para jugar con él. Todos ellos esperan de ti que a su tiempo les des su alimento” (Salmo 104:25-27, NVI).
¿Cómo habrá sido la vida antes del Diluvio, cuando los dinosaurios vagaban por la tierra y criaturas gigantes gobernaban los mares? El Carcharodon megalodon, por ejemplo. Se calcula que este gigantesco tiburón prehistórico medía entre 12 y 15 metros de largo, y pesaba 48 toneladas. ¡Vaya! El El tiburón blanco actual solo mide 6 metros y pesa algo más de 2 toneladas. Un megalodón sería tan pesado como 7 elefantes africanos de 7 toneladas cada uno. Eso es más grande que el Tyrannosaurus Rex. De hecho, junto con el actual cachalote, el megalodón fue el mayor depredador que el mundo ha visto. Sus dientes medían entre 7 y 18 centímetros de largo. Pero, claro, mantener 48 toneladas de músculo activo no es tarea fácil. Probablemente, se alimentaba de ballenas.
La parte realmente aterradora es que puede que, hoy en día, algunas de esas criaturas todavía existan. Algunas de ellas han atacado a hombres en el mar. En la época de Colón, los marineros temían adentrarse demasiado en aguas inexploradas por miedo a encontrarse con un monstruo marino que pudiera hundir su barco. Las historias legendarias contadas por marineros sobre serpientes marinas y calamares gigantes que podían atacar y devorar un barco pueden parecer un poco exageradas; sin embargo, la parte de los monstruos marinos que derribaban los barcos era cierta. El 20 de noviembre de 1820, un ballenero estadounidense se hundió a 3.700 kilómetros de la costa del actual Ecuador, al ser “atacado” por un cachalote de 80 toneladas, similar a la ballena de la novela Moby Dick.
En los siglos XVIII y XIX, la caza de balleneras, considerada una de las profesiones más peligrosas, era la base de una industria floreciente. Algunos productos eran el aceite de ballena, que se utilizaba para lámparas y velas, y la grasa de ballena, que se utilizaba para lubricar las piezas de las máquinas. Mientras los hombres estaba en los grandes barcos balleneros utilizados para procesar las ballenas, la aventura era bastante segura. Sin embargo, la muerte siempre era una posibilidad mientras se perseguía y arponeaba ballenas enfurecidas desde los pequeños botes de remos.
Dios creó todas las criaturas para que las disfrutemos. Lamentablemente, en este mundo pecaminoso, la gente a veces caza animales solo por deporte. Sin embargo, en la Tierra Nueva, magníficas criaturas como Leviatán podrán navegar por los profundos mares azules en perfecta libertad, tal y como Dios planeó.