Copito de nieve
“Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas” (1 Reyes 2:3, NVI).
¡Conseguir un perrito es muy emocionante! Más cuando llevas mucho tiempo esperando por uno. ¿Tienes alguno en casa? Si no lo tienes, probablemente te mueres de ganas por tener uno ¿verdad?
Nuestra hija estaba lista para elegir su perrito, ya tenía edad suficiente para cuidarlo, y la acompañamos en su emocionante búsqueda. El perrito que conquistó su corazón era un poodle enano. Tenía tres semanas y por su rizado y blanco pelaje ¿qué nombre crees que le puso? Sí, “Copito de nieve”. Los entendidos dicen que esta raza es la segunda más inteligente del mundo. Les encanta correr, son fieles y muy cariñosos. No suelen ser agresivos y tienden a llevarse bien con todos. Su capacidad de aprendizaje es muy buena y adiestrarlo es relativamente fácil. Se destacan por su obediencia. Nuestro perrito aprendió muchas cosas con bastante destreza y era muy sociable, pero a menudo presentaba cierto problema de conducta que no encajaba con su descripción inicial: no obedecía. Si encontraba un lugar por donde escapar, salía corriendo y no obedecía ninguna instrucción. Esa fue una constante preocupación. Usamos todos los métodos recomendados para enseñarle a obedecer, pero ninguno resultó.
En cada escapada temíamos lo peor, hasta que un día nuestros temores se confirmaron. Buscamos por todos lados, caminamos por todas las calles, pero no lo encontramos. Mi pequeña Nicky estaba muy triste. Hicimos una oración y volvimos a salir. Tomamos la ruta contraria y ¡qué horror! Nuestro Copito de nieve se había convertido en un terrón de tierra, ensangrentado y muy sucio. Había sido atacado por una jauría de perros grandes y malvados, y aunque Dios lo salvó, la desobediencia casi le quita la vida.
No es suficiente tener habilidades, ser inteligente, sociable o cariñoso; hay que ser obediente. La obediencia es la suma de acciones que marcan tu vida para bien o para mal. Obedece las instrucciones de Dios, de tus padres, las reglas de tu casa y de tu escuela, y las leyes de tu comunidad. ¿Te cuesta obedecer las instrucciones? Créeme, ellas no están para fastidiarte; están para librarte de los peligros más terribles.
Magaly