Cien por uno
«Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o terrenos, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna». Mateo 19: 29
Ella era una de las empleadas más distinguidas de la empresa telefónica en aquel pueblo. Hacía su trabajo con diligencia y atendía al público de manera muy amable. Pero aquella tarde Dios le mostró que tenía otros planes para ella. Un joven adventista fue a realizar una llamada (esta historia posiblemente ocurrió antes de que nacieras, como notarás) y al observar que el local estaba repleto se acercó a ella y le entregó un papel con su número telefónico. Le dijo:
—Señorita, tengo prisa y hay mucha gente, necesito llamar a mis jefes. Por favor este es mi número en la fila. Saldré y, cuando entre, necesito que usted me pase a mí primero para realizar esta llamada.
El joven salió y, después de unos minutos, regresó. Efectivamente, la joven le dio prioridad. Al finalizar la llamada, pagó el servicio y después de agradecer la cortesía de la joven telefonista se marchó, no sin antes añadir:
—Mil gracias, joven, espero ser el primero siempre que venga a llamar.
Y así fue. Siempre fue el primero sin importar cuánta gente hubiera en la sala. De esa manera nació una sencilla amistad entre los dos jóvenes que se limitaba solo a ese espacio.
Algún tiempo después se estaba llevando a cabo una semana de evangelismo juvenil y este joven sería uno de los expositores. La primera noche se llevó una gran sorpresa al encontrar allí a su amiga telefonista. Así que él aprovechó para hablarle de Jesús e invitarla a aceptarlo como su Salvador personal. Pero ella le confesó:
—No puedo dejar mi trabajo.
Entonces el joven habló con los dirigentes de la iglesia para conseguirle un trabajo. Cuando ella decidió bautizarse, la emplearon como maestra en el colegio de la iglesia.
Después de un tiempo, la universidad adventista le extendió una beca para estudiar una carrera y allí, además de obtener un título en administración de empresas, conoció al que hoy es su esposo. Hoy tiene un hermoso hogar con dos maravillosos hijos. Siempre que cuenta su historia dice: «Jesús ofreció cien veces más a los que le siguen, ¡y de verdad lo cumple!».
La promesa de @Dios no falla: «cien por uno». Incluso si ya le entregaste tu vida a Jesús, hoy te invito a hacer a un lado todo aquello que estorbe tu crecimiento espiritual.