Unir los puntos
“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien, dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta” (Rom. 12:2, NTV).
Hay algo dentro de cada uno de nosotros que hace que busquemos patrones, que conectemos eventos para darles sentido. Como si la vida fuera uno de esos dibujos en que hay que unir los puntos, trazamos líneas de conexión entre lo que la gente dice y lo que piensa, entre eventos fuera de nuestro control y la voluntad de Dios. Aun al mirar las estrellas en el cielo unimos los puntos dibujando constelaciones: la Cruz del Sur, la Osa Mayor, el Puñal de Orión… Sin embargo, como un niño impaciente, a veces unimos mal los puntos.
Entonces, en lugar de terminar un hermoso dibujo de un oso, nos queda un mamarracho inentendible.
Tus compañeros de trabajo salen juntos a almorzar, pero no te invitan. ¿Cómo lo interpretas? Si te pasas el horario del almuerzo pensando que tienen algo contra ti, cuando regresen, es muy probable que los trates con desdén. Entonces, lo que pudo haber sido un simple descuido, sin mala intención, se transforma en un distanciamiento real. Tu marido nuevamente se olvida de sacar la basura. ¿Cómo unes esos puntos? Si decides que significa que tú no le importas y que él es irremediablemente egoísta, probablemente terminen discutiendo. ¡Nuestras interpretaciones modifican nuestra conducta y pueden generar profecías de autocumplimiento! Es importante recordar que aunque podemos ver las acciones, no podemos ver las motivaciones de los demás.
“Solo Dios sabe lo que piensan los demás”, escribe Gery Scazzero en The Emotionally Healthy Woman [La mujer emocionalmente sana]. “Sin embargo, a menudo jugamos a ser Dios cuando suponemos cosas acerca de los demás, o interpretamos una conducta sin verificar los hechos. Estas suposiciones traen mucho dolor y confusión innecesarias”. Como no podemos leer las mentes de los demás, a menos que preguntemos y verifiquemos los hechos vamos a terminar con un garabato.
Señor, por favor, dame la paciencia y la sabiduría necesarias para no sacar conclusiones apresuradas. Necesito humildad para preguntar y cotejar los hechos, de forma adecuada y en el momento oportuno, y así asegurarme de que tengo una perspectiva correcta. Solo tú conoces los secretos y las motivaciones de los demás. Dame prudencia y humildad para evitar peleas innecesarias. Amén.