Jueves 09 de Marzo de 2023 | Matutina para Jóvenes | Un mapa con mucha gente

Un mapa con mucha gente

Aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el Éufrates. Génesis 15:18.

Hay una pequeña moneda de Israel que suscitó muchas polémicas. La moneda de 10 agorot es una copia de otra muy antigua de la época de Antígono Matatías (37-40 a.C.). ¿Cuál era el problema de esa monedita? Pues, simplemente, que en ella aparece el mapa al que hace referencia el texto de Génesis 15:18. Por el sur, el mapa limita con Egipto, y por el norte con Irak. Para algunos, dicho mapa era interpretado como un mensaje expansionista del Estado de Israel y, como suele suceder con asuntos de fronteras, el debate estuvo servido. Pero ¿la promesa hecha a Noé habla del Estado de Israel? No, la promesa habla de la descendencia de Abram. Y Abram es el padre de muchos pueblos.

Isaac era el hijo de la promesa. De él surgirían los descendientes de Jacob que se convertirían en hebreos, y posteriormente en judaítas (los que vivían en Judá), israelitas (los que vivían en el reino del norte), samaritanos (los que se mezclaron con los kuteos) y los judíos (los que volvieron del exilio). Ismael era el hijo de Agar y padre de las gentes del desierto. De él surgirían los pueblos árabes. Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Usbac y Súa eran hijos de Cetura. De ellos vinieron los nómadas del sur, entre los que destacan los madianitas. Es decir, que el pacto era tanto para judíos como para árabes.

¿Mucha gente para un mapa? No. Primero, porque en los mapas de Dios cabe todo el mundo. Todas las personas son sus hijos, tengan las creencias, tradiciones o culturas que tengan. Un sabra en Yafo es hijo de Dios. Un ortodoxo judío en Mea Shearim es hijo de Dios. También un suní de Amán. Y un chií de Hezbolá. Segundo, porque la promesa hablaba de mucho más que de geografía, hablaba de relación con Dios. Y todos, absolutamente todos, estamos llamados a disfrutar de esa relación porque todos la necesitamos. Tercero, porque el pacto con Abraham es una oportunidad de encontrar un punto de coincidencia. En este sentido, Abraham aúna a cristianos, judíos y musulmanes en la fe. Esa fe sincera que, al final, termina por entregarte a la verdad.

Tal y como aconteció con el patriarca, hoy Dios te propone un pacto donde los espacios son abiertos, donde la relación es viva y placentera, donde la fe te lleva a la convicción. Aprovecha la oportunidad y alíate con él.

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