La medida de Dios
“Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante…” (Lucas 6:38 p.p.).
¿Viste alguna vez cuando tu mami o tu papi cocinan? Es divertido, ¿verdad? Muchas veces, hasta quieres ayudar. Si es una receta con harinas verás que se usan medidas muy precisas y, para eso, se usa un medidor. En la antigüedad no existían estos recipientes que indican las medidas. Los vendedores vendían “a ojo”. Así, si alguien compraba telas podía pedir diez palmos. Pero para medir había manos más grandes y otras muy pequeñas. ¿Serían iguales los retazos comprados? ¡Por supuesto que no!
Pero volvamos a las harinas. Sin duda que para esta compra había un recipiente estándar. Pero había vendedores muy pícaros que igual hacían trampa. Mira lo que dice la Palabra de Dios en Lucas 6:38: “Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante”.
Cuando mis niñas eran pequeñas, quizá de tu edad, hicimos este sencillo ejercicio. Jugando a ser vendedoras, tomamos un recipiente y pusimos harina. La taza parecía llena y ya no era posible que entrara algo más. Pero hicimos lo que dice el versículo, la remecimos. Cuando bajó el nivel, agregamos más harina. Ahora lo apretamos con la mano y ¡volvió a bajar el nivel! Y así, agregamos harina hasta que rebosó.
No hay dudas de que Dios tiene una gran lección que enseñarnos con esta forma de medir… ¿Te das cuenta cuál es? A mí me hace pensar que con la generosidad con que damos, Dios también nos da a nosotros.
Mi amiga Marta me contó que cuando su hijo era pequeño le habían regalado dinero. La cantidad era exacta para que se comprara el camioncito de sus sueños. Pero este niñito estaba aprendiendo a ser fiel y devolver el diezmo. Cuando el sábado lo depositó fielmente no imaginaba la sorpresa que Dios tenía reservada para él.
A la puesta del sol, después de despedir el sábado, fueron a la juguetería y él iba a comprar otro camioncito de menor tamaño y valor… pero fue ahí cuando descubrió que el precio del juguete que él había querido tener, ¡había sido rebajado! No solo le alcanzó el dinero, sino que le sobró. Sí, Dios es fiel y generoso. ¡Confía en que él te dará lo que pides con su medida! Mirta