Raquel
“Cuando Raquel vio que ella no podía darle hijos a Jacob, sintió envidia de su hermana Lea, y le dijo a su esposo: ‘Dame hijos, porque si no, me voy a morir’ ” (Génesis 30:1).
A Raquel la vida parecía sonreírle en todo. Era bella, inteligente y valiente; además, era una fuerte pastora (Gén. 29:9). Como si eso fuera poco, tenía la admiración y el amor de Jacob. Desafortunadamente, todas estas ventajas la envanecieron y esa actitud la distanció de Dios y de los miembros de su familia. Sin embargo, aunque parecía que lo tenía todo, no era así. Le faltaba algo: no tenía hijos.
Alrededor nuestro hay personas que parecen tenerlo todo. Incluso, llegamos a pensar que ellos sí son felices y nosotros no. Pero las cosas y las personas no siempre son como parecen. Todos tenemos algún problema, desafío, necesidad o preocupación. Dios puede usar todo eso para que nos acordemos de él y lo busquemos en oración. Nuestras necesidades nos recuerdan que nadie es perfecto, que nadie puede vivir solo, que nos necesitamos unos a otros y que debemos depender de Dios cada día.
Si siempre te fuera excelente en los estudios, en las competencias deportivas o en cualquier área, seguro buscarías menos a Dios. Muy pocos le dan a Dios el crédito de sus logros. Se convencen de que la inteligencia y el trabajo que hicieron es lo que les da el éxito. Un día, que Raquel cambió de actitud, se humilló y oró a Dios como nunca lo había hecho. Entonces: “Dios se acordó de Raquel; oyó su oración y le permitió tener hijos” (Gén. 30:22). Raquel fue la madre de José.
¿Cuál es tu necesidad actual? ¿Te fue mal en una prueba en la escuela? ¿En algún deporte? Nuestras necesidades nos ayudan a estudiar un poco más, a practicar más y, por supuesto, a buscar más a Dios en oración para que nos dé sabiduría, nos bendiga y nos acompañe en nuestros desafíos.
Si has fallado, no temas. Vuelve a intentarlo con la seguridad de que Dios te capacitará para crecer. La promesa de Dios es clara y alentadora: “La Escritura dice: ‘El que confíe en él, no quedará defraudado’ ” (Rom. 10:11).
Hermoso y muy cierto