Jueves 17 de Noviembre de 2022 | Matutina para Menores | Haz foco

Haz foco

“A ti levanto mis ojos, ¡oh tú que reinas en los cielos!” (Salmo 123:1).

Dentro del conjunto de los cinco sentidos, podemos afirmar que la vista es uno de los más importantes.

Cuando decimos que “una imagen vale más que mil palabras” es porque la información gráfica de nuestro entorno puede ser captada en poco tiempo. La anatomía del ojo es similar a una cámara fotográfica, y así envía “fotos” al cerebro.

Hay varias recomendaciones para cuidar los ojos, y ver con nitidez. Por ejemplo: consumir alimentos ricos en vitamina A, mantener los ojos hidratados, trabajar con una correcta iluminación y aprender a relajar la vista. Pero el versículo de hoy nos hace pensar en qué dirección están nuestros ojos y hacia dónde debiéramos dirigir la mirada.

Quiero compartir con ustedes tres personajes bíblicos que enfocaron mal sus ojos. Uno fue Lot, el sobrino de Abraham. Fijó su mirada hacia el lugar equivocado. Sodoma era una tierra fértil. Ideal para criar al ganado. Ideal para hacerse rico y próspero. Esta era justo la aspiración de Lot. Esta historia está en Génesis 13:1 al 18.

Cuanto más tenía Lot, más quería. Y fue así como finalmente se instaló entre los incrédulos y perversos. ¿Y tú? ¿Cuál es tu lugar? ¿Dónde te encuentras?

El segundo ejemplo es el de alguien que fijó su mirada en la persona equivocada. Me estoy refiriendo a Sansón. ¡Habiendo tantas amistades buenas en Israel! Amigas y amigos criados con sus mismas costumbres y creencias. Pues él sintió “curiosidad” por las chicas filisteas. Las encontró más vivaces, más entretenidas.

¡Qué pena, pobre Sansón! Dalila lo alejó de Dios y, aunque el buen Padre celestial lo perdonó, su destino podría haber sido muy diferente.

El tercer ejemplo es Acán. Aunque fue un buen y valiente guerrero, quiso ser próspero y puso su mirada en el objeto equivocado. Esta historia está en Josué 7. Dios había sido muy claro en sus indicaciones, pero Acán no hizo caso y se apropió de lo que estaba prohibido.

Quiero que tomes unos minutos y pienses, después de orar, qué lugares, personas o cosas alejan tu mirada y tu corazón de Dios. Solo tú puedes hacer los cambios necesarios para volver a fijar tus ojos en lo alto y buscar a Dios cada día. Que nada te aparte de él. Dios te ayude a ser leal con tus acciones y a tomar decisiones oportunas, pues la venida de Jesús está cercana.

Mirta

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