Gracia con una pizca de sal
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. Colosenses 4:6.
Para una buena comunicación, tan importante es el contenido del mensaje como el modo en que lo transmitimos. Hay cristianos que piensan que por conocer la verdad pueden permitirse la osadía de cualquier comentario, aunque sea con crudeza. También están los que endulzan tantísimo el mensaje que parece fantasioso, increíble y empalagoso. Pablo nos aconseja que nos expresemos siempre con gracia (elegancia y amabilidad) y que sazonemos nuestras conversaciones con sal. ¿Sal? Esa expresión debe ser una metáfora, porque no creo que nos oriente hacia una conversación subida de tono o “salada”.
La sal, en la época de Pablo, tenía varias funciones. Primero, se empleaba para conservar los alimentos. Hay actitudes que provocan rupturas y otras que establecen vínculos. Quizá este sea el primer significado a considerar, que nuestra manera de expresarnos mantenga las buenas relaciones, que conservemos las amistades. Hay amigos con los que te encanta hablar porque tienen un recuerdo o un detalle que generan cercanía. Segundo, la sal incrementaba el sabor de los alimentos. Hay conversaciones religiosas insulsas, saturadas de tópicos y normativas que casi conocemos de memoria. Hay, sin embargo, mensajes llenos de vida que despiertan lo mejor de nosotros y nos inclinan a ser mejores. Esos mensajes sazonados de lo positivo y lo esperanzador atraen y se anhelan. Tercero, se pagaba con sal. De ahí viene nuestra palabra ‘salario’. Quizá pudiéramos pensar que hacer referencia a lo meritorio de una persona puede ser negativo y, presionados por esa idea, no solemos decir cuánto apreciamos lo que alguien hace o es. Solo alabamos a Dios, pero ¿somos generosos en afectos y palabras con las personas porque los apreciamos? Cuarto, la sal se empleaba para sanar. ¿Sanan nuestras palabras? ¿Sanan nuestras actitudes? ¿Sanan nuestras miradas? Hay palabras que son como bálsamo en los momentos de necesidad, ¡qué bien nos hacen!
Es interesante y, mirándolo de esta manera, es muy positivo poner una pizca de sal a nuestra gracia. Tenemos un mensaje espectacular y precisa de lo mejor de nuestras habilidades para ser transmitido. Una actitud correcta, una palabra adecuada, una sonrisa a tiempo pueden alterar la reacción de una persona, pueden facilitarle su relación con la verdad.
Ya sabes, hoy, cuando te prepares para hablar de la grandeza de la Gracia del Señor, ponle una pizca de sal.