Jueves 21 Abril de 2022 | Matutina para Adolescentes | El primer caño de bomberos

El primer caño de bomberos

“Ciertamente te libraré y […] tu vida será por botín, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová” (Jeremías 39:18, RVR 95).

Fíjate en esta noticia de un periódico de Chicago del 21 de abril de 1878: “Pensando rápido, un bombero se desliza por un poste”. Tiene sentido. Es algo que los bomberos hacen todo el tiempo, ¿verdad? Bueno, lo es hoy. Pero, en 1878, era noticia.

Ocurrió así. Ese día los bomberos de la Compañía 21 estaban descargando heno para los caballos que tiraban de sus camiones de bomberos. Cuando sonó la campana, George Reid estaba en el pajar del tercer piso. Cerca de él había un largo poste que se utilizaba para sujetar el heno al carro. En lugar de bajar corriendo los dos tramos de escaleras, George tomo el poste y se deslizó rápidamente hacia el camión de bomberos que lo esperaba abajo. ¡Bien pensado, George!

Al capitán le gustó la idea del poste y le preguntó al jefe si podía hacer un agujero en el segundo piso para instalar uno permanente. El jefe de bomberos aceptó siempre que el capitán pagara las reparaciones del techo si la idea no funcionaba. El equipo hizo entonces un poste de pino de 8 centímetros de ancho, lo lijó, lo barnizó y lo enceró con parafina. No es de extrañar que el poste deslizante funcionara a la perfección. La Compañía 21 pronto se ganó la reputación de ser el primer cuerpo de bomberos en llegar al lugar de los incendios. El jefe de bomberos, en lugar de descontar la paga del capitán por el agujero en el techo, encargó postes para todas las estaciones de bomberos de Chicago.

Lo creas o no, hoy en día, los caños de bombero se consideran, a veces, un peligro para la seguridad; y a menudo, las nuevas estaciones de bomberos se construyen sin ellos. Ahora es más común que los edificios tengan una sola planta, para evitar que los bomberos se caigan y se lesionen al deslizarse por el caño. ¡Lo último que se quiere es que un bombero se lastime antes de salir del edificio! Después de todo, caño o no, lo importante es salvar a la gente.

Jesús llegó a nuestro mundo en llamas, que nos habría destruido por la inha­la­ción del pecado. Él sabía que, a menos, que arriesgara su propia existencia eterna, viviera peligrosamente cerca del humo del pecado que quita la vida y experimentara las llamas abrasadoras de la cruz, pereceríamos para nunca ser revividos. Sin él, no hay escapatoria de nuestro mundo en llamas; no hay nada que podamos hacer para salvarnos. Nuestra única esperanza es, simplemente, decir sí a nuestro Bombero Salvador.

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