Rubén, Judá y los demás
“Cuando José era un muchacho de diecisiete años, cuidaba las ovejas junto con sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran las concubinas de su padre. Y José llevaba a su padre quejas de la mala conducta de sus hermanos” (Génesis 37:2).
Jacob favoreció a José y eso complicó el ambiente familiar. A Rubén le correspondía la primogenitura, pero le faltó el respeto a su padre y perdió ese privilegio. Por lo tanto, Jacob pensó que José era el indicado para tomar el lugar de Rubén, porque era el hijo mayor de Raquel, su esposa predilecta. Pero Dios tenía otros planes. El elegido sería Judá.
José tenía problemas más fuertes con cuatro de sus hermanos: Dan y Neftalí, hijos de Bilhá, y Gad y Aser, hijos de Zilpá. La conducta de José influyó para que ellos lo odiaran. Él contó con demasiado orgullo sus sueños, con lujo de detalles. Después, cuando su padre lo envió a llevarles comida a sus hermanos que estaban pastoreando, hizo un viaje de cincuenta kilómetros vistiendo la elegante túnica digna de príncipes. No era el mejor atuendo para ese largo trayecto. Por esa túnica, sus hermanos lo reconocieron a la distancia y empezaron a planear cómo lastimarlo. La túnica fue la excusa para que saliera de sus corazones dos emociones negativas: odio y envidia. Dejarse controlar por estas dos nos lleva a las peores conductas.
En ese contexto, se destaca lo que hicieron Rubén y Judá. Rubén trató de hacer que sus hermanos cambiaran de idea, para evitar la muerte de José, que era lo que ellos querían. Esa actitud de intentar proteger a José demuestra que Rubén no tenía resentimiento de que Jacob tratara a José como el primogénito. Él quiso que hubiera armonía entre todos los hermanos. Por otra parte, Judá propuso que lo vendieran a la caravana de ismaelitas y, aunque no era lo ideal, era una buena idea comparada con el plan de matarlo.
Dios bendice a los pacificadores, a quienes intervienen para detener una injusticia y quieren que las personas se reconcilien. Al final, cuando Jacob bendijo a sus hijos antes de morir, Judá recibiría la mejor parte de todas, porque de su descendencia nacería el Salvador del mundo, el Señor Jesús.
Me fascina la historia de jose