Jueves 23 de Febrero de 2023 | Matutina para Mujeres | Dios pelea por ti

Dios pelea por ti

No les tengas miedo, que el Señor tu Dios pelea por ti. Deuteronomio 3:22, NVI.

El texto de hoy fue parte del discurso de Moisés cuando pasaba el liderazgo a Josué. Le recordó al pueblo la mano poderosa de Dios a través de las continuas vicisitudes encontradas en el camino a Canaán, animó a Josué con las mismas promesas que él recibiera vez tras vez del Señor mismo: no tengas miedo, porque Dios es el que pelea por ustedes.

Coordinaba yo un programa para personas con necesidades especiales, cuando sin proponérmelo descubrí los negocios turbios a los que se dedicaba mi jefe. Temía que me despidiera para encubrir su delito; temía llevar el caso al coordinador general del programa, porque eran muy amigos; incluso temía por mi propia seguridad e integridad física. Una mañana, mientras oraba y lloraba, apareció una joven de otro departamento y me preguntó qué me ocurría. Como era adventista y latina, le confié brevemente mis temores. Ella me prometió hablar con la directora de su departamento, y ese mismo día me dieron una nueva posición con la misma organización. Cuando mi jefe me dijo que estaba despedida y tenía quince días para irme, le entregué la carta de renuncia y le comuniqué mi traslado a otro departamento. Él quedó sobresaltado, y con lo que parecía más una mueca que una sonrisa, me deseó suerte en mi nuevo cargo. No tuve que defenderme, no hubo necesidad de acusarlo, Dios escuchó mi clamor y peleó por mí.

Moisés deseaba transmitirle a Josué su propia confianza en el liderazgo divino, lo animó a no temer, sin importar qué batallas enfrentara. Nuestras batallas no son contra ejércitos malvados, pero son tan reales como las de Josué. Si batallas con una tentación, un miedo, una enfermedad, algún conflicto familiar, una pérdida, alguna situación laboral, legal, emocional o financiera, Dios promete pelear por ti.

Cuando estés en medio de la batalla, reclama la promesa de su divina presencia: “El Señor no permitirá que sus afligidos y probados hijos sean juguete de las tentaciones de Satanás. Es nuestro privilegio confiar en Jesús. Los cielos están llenos de ricas bendiciones, y es nuestro privilegio tener el gozo de Cristo para que nuestro gozo sea completo.

No lo tenemos porque no lo pedimos, o porque no oramos con fe, creyendo que seremos bendecidos con la influencia especial del Espíritu Santo” (RP, p. 307).

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