Lunes 05 de Septiembre de 2022 | Matutina para Adultos | Sic transit gloria mundi

Sic transit gloria mundi

“Tú, no te preocupes cuando veas que otros se hacen ricos y agrandan sus casas, pues nada se llevarán cuando mueran; sus riquezas no se las llevarán al sepulcro” (Salmos 49:16, 17, RVC).

Sic transit gloria mundi es es una expresión que, en latín, significa “Así pasa la gloria del mundo”. Se usaba en la antigüedad como recordativo de que la gloria que se puede alcanzar en este mundo es pasajera, y que las cosas materiales, por mucho valor que parezcan tener, no duran para siempre.

Un ejemplo ilustrativo de esta verdad nos viene de los tiempos del Imperio romano. Dice el erudito Lawrence O. Richards que cuando un general regresaba victorioso de una batalla, usualmente recorría las calles principales de la ciudad (The 365 Day Devotional Commentary, p. 339). Durante el desfile, exhibía el botín capturado en la guerra, incluyendo a los cautivos. Lo más curioso es que, durante todo el recorrido, un oficial que estaba detrás del general victorioso le susurraba al oído mientras avanzaban: “Recuerda que solo eres un hombre”. Algo así como: “No olvides que eres mortal, y la gloria de este mundo es fugaz”.

Nuestro texto de hoy nos comunica un mensaje similar: no importa cuánta prosperidad, fama o gloria pueda tener una persona, al final tendrá que partir de este mundo y nada de eso se podrá llevar.

A primera vista, este no pareciera ser el Salmo ideal para comenzar el día, pero ¿puede haber una mejor manera de iniciar un nuevo día que recordando que solo lo que colocamos en las manos de Dios permanece para siempre? Notemos lo bien que el apóstol Juan expresó esta verdad: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, es decir, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo y sus deseos pasan; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17, RVC).

¡Mejor, imposible! El mensaje de la Escritura para nosotros hoy es que pongamos “la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:2).

Padre celestial, quiero tener ojos solo para “las cosas que no se ven”: la obra de tu Santo Espíritu en mi corazón, el ministerio de tus ángeles, las mansiones celestiales. Sobre todo, capacítame para creer que tu amado Hijo caminará a mi lado hoy y que estará conmigo todos los días, hasta el fin del mundo.

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