Desaprender
«Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño» (1 Cor. 13:11).
Estoy aprendiendo a manejar por segunda vez. Aquí, en el Reino Unido, se conduce «al revés». Cambiar de marcha con la mano izquierda me resulta rarísimo, porque soy diestra. Lo importante, me repito después de cada clase, es ser paciente hasta que mi cerebro desaprenda.
¡Desaprender puede ser todo un desafío! Cuando la teoría del famoso astrónomo Nicolás Copérnico fue publicada, revolucionó a los científicos y teólogos de su época. Para aceptar la increíble idea de que la Tierra gira alrededor del sol, y no a la inversa, ellos debían renunciar a doctrinas medievales e ideas aristotélicas. ¡Pero esto no era nada sencillo! De hecho, años después, cuando Galileo Galilei usó la teoría de Copérnico para demostrar el movimiento de los planetas, la Inquisición lo condenó por hereje.
Los teólogos de la Inquisición tomaron frases poéticas como «el sol sale y el sol se pone» (ver Ecl. 1:5), como evidencia de que es el sol el que gira alrededor de la Tierra. Incapaces de ver su error interpretativo, concluyeron que Galileo era un hereje. Es tentador creer que nosotras leemos la Biblia sin filtros culturales, pero en mi experiencia, solo cuando nos exponemos a otra cultura nos damos cuenta de cuán condicionados estamos por la propia.
Años atrás, visité la Catedral del Cusco, en Perú. Nuestro guía nos enseñó una pintura de la Última Cena y preguntó: «¿Quién puede reconocer lo que los discípulos están comiendo?». Cuando nos cansamos de intentar adivinar, nos dijo que estaban comiendo cuy y bebiendo chicha, un menú típicamente peruano. Pero eso no era todo: Marcos Zapata, el artista, retrató a Judas con el rostro de Pizarro, el codicioso conquistador español que asesinó a Atahualpa ¡Marcos Zapata pintó una Última Cena peruana! Hay una pintura similar dentro de cada una de nosotras. El contexto histórico, social y cultural en que vivimos distorsiona el retrato de Jesús que pintamos en el lienzo de nuestro corazón. Llega un momento en que tenemos que desaprender algunas ideas de nuestra niñez espiritual, para verlo más claramente ¡Exactamente esto es lo que los discípulos hicieron camino a Emaús! Cuando renunciaron a Jesús como un rey temporal que vencería al Imperio Romano, pudieron reconocerlo como Rey de reyes.
Jesús, quiero caminar hacia Emaús contigo para que me libres de condicionamientos culturales erróneos. Estoy dispuesta a renunciar a lo que sea necesario con tal de verte cara a cara.