La idea original
Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Mateo 19:8.
Habían intentado acorralar a Jesús. Parecía un simple juego teológico, pero era una trampa social que podía costarle la vida como a Juan el Bautista. Si hubiese sido un político actual, habría hecho un estudio de opinión y, después, con suma precaución, habría emitido una respuesta. Pero Cristo no jugaba con la verdad. No le va eso de quedar bien, sino de hacer lo bueno. Recordó a sus oyentes que el repudio no era el plan divino, que al principio no fue así. Y zanjó el tema para siempre (nos agrade o no).
Para entender de forma adecuada el verdadero amor de pareja hay que remontarse al principio, a la idea original de Dios. Y para ello, por tanto, debemos comprender correctamente los primeros capítulos del Génesis. La naturaleza de la pareja se identifica en estos primeros relatos. Analizar a Adán y a Eva desde las primeras historias del Génesis es ver a una persona que se parece a Dios, es ver al ser en plenitud. Allí hallamos los conceptos de similitud, complementariedad y exclusividad, que son esenciales para comprender el amor verdadero.
Similitud quiere decir que ambos son imagen y semejanza de Dios. No hay uno superior a otro (esa diferencia actual es solo resultado del pecado). El amor de pareja se da entre pares (de ahí “pareja”), y no solo porque sean dos sino porque son dos en idénticas condiciones de persona. Cuando se ama de verdad, no hay complejos de superioridad o de inferioridad. Yo lo llamo las “sencilleces” del amor, y con ello quiero decir que en la mirada del otro encuentro tal identidad conmigo que hallo constante equilibrio.
Complementariedad, porque el hombre y la mujer son diferentes, y por esa razón se necesitan el uno al otro para ser persona en plenitud. Y no hablamos solo de sexo, hablamos de habilidades, de cosmovisiones, de actitudes… Hablamos de la belleza de lo diverso unido por un abrazo. Saberse “parte de” evita que el orgullo nos devore, y nos permite ejercitar la empatía y la generosidad.
Exclusividad porque pareja es un número. Pareja en Génesis son solo dos de sexo diferente. No habla de tres o de cuatro o de multitud, habla de dos. Nos molestan las culturas que practican la poligamia y, mucho más, las que practican la poliandria. Parece que tener muchas mujeres u hombres a la vez como pareja sea muy grave moralmente hablando. Por eso, los judíos de la época de Jesús inventaron la “poligamia sucesiva”. Cambiaban de pareja a su antojo; y, ahí está lo más triste, esperaban cierto beneplácito de los líderes religiosos. Como Jesús indicó, esa no era la idea original.
Tarde o temprano vamos a volver al Edén, y sería bueno ir trabajando con esos conceptos del Génesis. Entre otras cosas, porque son buenos en gran manera.