Lunes 16 de Enero de 2023 | Matutina para Mujeres | Herencia de abuelos

Herencia de abuelos

¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez! Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac. Génesis 31:53, NVI.

Labán no actuó con Jacob con la rudeza acostumbrada, tal vez por el sueño de la noche anterior, o porque temía que Isaac se uniera a su hermano Esaú y regresara para vengarse. Tal como le sucedió a Isaac su padre, el enemigo solicitó un pacto de paz. Si eres una empleada fiel y honesta, y te tratan injustamente, confía en que en algún momento aquella persona que te hace la vida imposible buscará reconciliación, y aunque no sea de tu misma fe, invocará al Dios que tú honras. Prepárate para erigir monumentos de reconciliación.

Estos dos hombres mencionan a ambos abuelos en el momento de hacer las paces. Nacor era el abuelo de Labán, y Abraham era el abuelo de Jacob, y los dos abuelos eran hermanos entre sí; es decir, sus ancestros temían al mismo Dios. ¡Cuán importante es dejar como legado un modelo de resolución de conflictos! Labán. aunque no era practicante de la fe de su abuelo Nacor, recuerda invocar como testigo al mismo Dios. La fe de los abuelos es la mejor herencia para postreras generaciones. Era común en aquella cultura tener una tercera persona que sirviera de testigo del pacto a realizarse y erigir un monumento visible como recordativo. Por eso ambos invocaron a Dios como testigo de que guardarían la palabra comprometida en aquel convenio.

Levantaron una mesa de piedras donde sirvieron la comida del pacto. Dieron dos nombres al monumento. Jacob lo llamo Mizpa, que significa “Atalaya», y Labán lo llamo Jegar, Sahaduta, “Atalaye Jehová entre nosotros dos». Años más tarde se lo conoció con el nombre de Galaad, “piedra de testimonio». Dos idiomas, hebreo y arameo; dos culturas, hebrea y mesopotámica; dos diferentes maneras de alabar, monoteísta y politeísta. Pero gracias a la fe constante de Jacob, Labán no tuvo otra alternativa que entrar en paz en el terreno religioso de su yerno.

Que nuestras diferencias culturales o religiosas no sean una barrera en el momento de reconciliamos con quienes nos han tratado injustamente. Será nuestra fe inalterable, nuestra integridad sin tacha, nuestra experiencia vivida de la religión que profesamos, lo que hará atractiva para otros nuestra fe y los motivará a enmendar sus errores y lograr la reconciliación. Amiga, ¿qué legado de fe estás dejando a tus futuras generaciones?

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