Su hermano, Ted
“Dios mío, líbrame de manos del impío, de manosdel perverso y violento” (Salmo 71:4, RVR 95).
En la década de 1990, los periódicos publicaban a menudo informes sobre alguien que enviaba bombas caseras a la gente por correo. Las víctimas del asesino abrían inocentemente un paquete dirigido a ellos y activaban algún tipo de dispositivo que desencadenaba una bomba casera. Durante 17 años, este hombre había continuado con su ola de asesinatos, y ahora los periódicos lo llamaban el Unabomber. Su firma característica como criminal se había establecido en ciudades de todo Estados Unidos.
Una ola de terror parecía apoderarse del país. La gente estaba asustada. ¿Dónde atacaría la siguiente vez, y a quién mataría o mutilaría? ¿Cómo elegía sus objetivos?
Entonces, un día escribió un documento y lo envió al New York Times y al Washington Post, pidiendo que estos grandes periódicos lo publicaran. Si lo hacían, prometía dejar de enviar las bombas. El 19 de septiembre de 1995, el Washington Post y el New York Times publicaron el documento, con la esperanza de que alguien reconociera el estilo de escritura. Sorprendentemente, alguien lo identificó como el de Ted Kaczynski. Resultó que Ted se había graduado de la Universidad de Harvard y obtuvo un doctorado en Matemática de la Universidad de Michigan. Después de comprar un terreno en Montana, construyó una cabaña en el lugar, y era allí donde había estado construyendo sus bombas.
¿Y quién delató a Ted? Su propio hermano, David Kaczynski. Sabiendo que no tenía otra opción, David finalmente se puso en contacto con el FBI. En enero de 1998, Ted fue condenado a prisión sin posibilidad de libertad condicional. Había asesinado a tres personas con sus bombas y herido a otras 23.
A veces, nos sentimos impotentes para luchar contra el mal. Nos rodea y nos hace la vida imposible. Queremos gritar como David: “Dios mío, líbrame de manos del impío, de manos del perverso y violento”. ¡Y Dios puede hacerlo! Él nos ama tanto que, cuando oramos por liberación, está ahí para escuchar cada palabra. Algún día veremos todo claramente.
Sabremos por qué hay tanto sufrimiento, y por qué a criminales como el Unabomber se les ha permitido vivir vidas de maldad, asesinato y caos. Pero, por ahora, debemos vivir como vivió Jesús: confiando en que el Padre celestial resolverá las cosas para nuestro bien. Ten la seguridad de que él tiene un plan, y el resultado te gustará cuando finalmente se termine de cumplir.