Lunes 20 de Junio de 2022 | Matutina para Adultos | Barraca número 28

Barraca número 28

“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: ‘Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré’ ” (Salmo 91:1, 2).

Lo llamaban “El lugar loco, donde se abriga la esperanza”. Esa era la Barraca 28 de Ravensbruck, el campo de concentración para mujeres en la Alemania Nazi, donde se calcula que murieron cerca de cien mil personas entre 1939 y 1945.

En medio de ese infierno que era Ravensbruck, la Barraca 28 era el lugar donde un puñado de mujeres se atrevía a abrigar esperanza aunque, desde el punto de vista humano, no había nada bueno que esperar. ¿Cuál era la base de su esperanza? Las promesas de la Palabra de Dios, que dos veces al día leían en la Barraca 28.

¿Cómo llegó esa Biblia a Ravensbruck? Corrie Ten Boom cuenta que era medianoche cuando ella y su hermana Betsie, junto a más de mil prisioneras, arribaron a Ravensbruck en septiembre de 1944. En el punto de inspección, cada mujer debía despojarse de toda su ropa, e ir a las duchas ante la mirada de los guardias.

–Señor, ¿cómo podré pasar mi Biblia ante tantos guardias? –preguntó Corrie en oración.

Entonces, junto con Betsie, pidió permiso para salir de la fila e ir al baño. El permiso le fue concedido. Una vez en el baño, escondió la Biblia bajo una de las bancas. Cuando le tocó su turno para ir a las duchas, ahí mismo la encontró. Solo quedaba un problema: a la salida de los baños los guardias revisaban de nuevo.

¿Cómo esconder la Biblia debajo de la delgada tela del vestido? Otra vez oró.

–Señor, por favor, envía a tus ángeles para que me escuden, de modo que los guardias no me puedan ver.

Cuenta Corrie que la mujer que estaba delante de ella en la fila fue inspeccionada; también Betsie, que estaba detrás; pero no a ella. ¡Como si hubiera sido invisible! Fue así como la Biblia llegó a la Barraca 28, “el lugar de la esperanza”: “El lugar donde aprendimos”, escribe Corrie, “que un poder superior tiene la última palabra, incluso aquí [en un campo de concentración]” (Tramp for the Lord, pp. 22-24).

Podían estudiar la Biblia sin que los guardias supieran, porque los guardias no se atrevían a entrar en esa barraca porque estaba infestada de pulgas y piojos.

¿Conclusión? ¡El Dios que usó a los ángeles y a los piojos para ayudar a sus hijas ayer, también puede hacer un milagro por ti hoy!

Esperanza mía y castillo mío, eres el Dios de lo imposible, y eres mi Dios. En ti confiaré hoy y siempre. Amén.

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