Lunes 22 de Noviembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | ¿Por qué me buscaban?

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¿Por qué me buscaban?

“¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” (Luc. 2:49, NVI).

Siempre me pregunté cómo María y José notaron que Jesús era diferente, si distinguían cuándo había estado en comunión con el cielo, y tantas cosas más. Seguramente, durante el embarazo de María se preguntaron muchas cosas sobre Jesús y decidieron estar alertas a las señales más pequeñas que indicaran que su hijo era el prometido de Israel.

Pero, por alguna razón, aquel día esa respuesta de su hijo los tomó por sorpresa. María le recriminó a Jesús porque los había llenado de angustia y cuestionó la causa de su accionar, como si realmente no lo entendiese. Lo peor es que, en el siguiente versículo, ante su respuesta, ellos siguieron sin entender qué les decía.

En realidad, lo peor fue que ¡le echaron la culpa a él, cuando habían sido ellos quienes no lo habían cuidado!

¿Cuántas veces hacemos lo mismo nosotros? Le echamos la culpa por las consecuencias que trae apartarnos de él y no reconocemos que sus asuntos, su casa y sus negocios son los verdaderamente importantes.

“Si José y María hubiesen fortalecido su ánimo en Dios por medio de la meditación y la oración, podrían haberse dado cuenta de lo sagrado de su responsabilidad y no habrían perdido de vista a Jesús. Por la negligencia de un día perdieron al Salvador; pero hallarlo les costó tres días de ansiosa búsqueda. Así también nosotros; por causa de la conversación ociosa, la maledicencia o el descuido de la oración podemos en un día perder la presencia del Salvador, y pueden requerirse muchos días de pesarosa búsqueda para hallarle y recobrar la paz que habíamos perdido” (El Deseado de todas las gentes, p. 62).

¡Cuán caro nos puede costar olvidar a Jesús! Quizá no te has alejado de él. Quizá sí. Quizás han pasado muchos días y piensas que te llevará aún más días reencontrarte con él, pero lo bueno es que con esta historia confirmamos una vez más que todo aquel que lo busca, lo encuentra.

En ese mismo capítulo, se nos da la conocida recomendación de dedicar una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Jesús, punto por punto. Al estudiar su historia y su sacrificio, nos contagiaremos de su amor, su presencia y su comprensión.

Hoy él quiere compartir los asuntos de su Padre contigo, quiere recordarte que es su Hijo y que por medio de él tienes vida eterna. ¿Lo buscarás?

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