Burbuja de gozo
“Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas” (Sal. 147:3, NTV).
El marido de Nancy Gaudie, Ray, tenía frecuentes dolores de estómago. Como ambos creían que se trataba de un problema de indigestión, no se preocuparon demasiado. Una noche, sin embargo, Ray estaba tan dolorido que Nancy tuvo que llevarlo al hospital. Luego de un análisis de sangre, los doctores le dieron un diagnóstico inesperado y aterrador: cáncer de páncreas. Como Nancy y Ray tienen un ministerio musical reconocido internacionalmente, pidieron a la gente que orara por ellos por medio de una campaña en las redes sociales. Ray se sometió a una operación de más de doce horas, seguida de meses de tratamiento y quimioterapia. Durante todo ese tiempo, miles de personas de todas partes del mundo continuaron intercediendo por él. Al finalizar el tratamiento, los doctores le dijeron a Ray que su cáncer estaba en remisión. Sin embargo, pese a las oraciones y al éxito del tratamiento, siete meses después, Ray falleció.
Durante una entrevista para la Radio Adventista de Londres, le pregunté a Nancy cómo interpretaba lo que había sucedido. Ella me dijo: “No podía entenderlo, fue un shock inmenso… Después de que mi marido falleciera, tuve un problema. Yo había visto muchos milagros en mis treinta y ocho años de ministerio, y me pregunté por qué Dios no había contestado mis oraciones. Me pregunte si él era real. Finalmente, tomé una decisión. Estaba parada al lado de la cama en que mi marido había fallecido, y dije: ‘Dios, hay cientos de cosas que no entiendo acerca de lo que sucedió, pero quiero que sepas que he decidido confiar en ti. Tú no me has llamado a entender todo, sino a confiar en ti’ ”.
Lo que sucedió después fue sorprendente. Nancy me contó que esa misma noche Dios le dio dos regalos: una paz que sobrepasa todo entendimiento y una “burbuja de gozo”. Al principio, Nancy tenía miedo de decirle a la gente que, pese a estar de duelo y haber perdido a su compañero de vida, estaba experimentando una paz y un gozo inexplicable. ¿Qué pensarían de ella? Sin embargo, con el tiempo, ella se dio cuenta de que Dios le había otorgado un milagro diferente. Dios, con su presencia, la rodeó de lo que ella describe como “una burbuja de gozo” en el medio del dolor. ¡Este gozo y esta paz siguen con ella hasta el día de hoy!
“Cuando pones tu confianza en Dios, aunque no puedas entender lo que sucede”, dice Nancy, “él se queda a tu lado, abrazándote con su presencia”.
Señor, en los días en los que no puedo entender lo que sucede, abrázame aún más fuerte.
Amén, cuando no entiendo nada, abrázame, no dejes se abrazarme. Amén