Miedo
“Tengan valor y firmeza; no tengan miedo ni se asusten cuando se enfrenten con ellas, porque el Señor su Dios está con ustedes y no los dejará ni los abandonará” (Deuteronomio 31:6).
¿A qué le tienes miedo? Es posible que ya hayas pasado la etapa de los miedos infantiles, pero que estés viviendo en una etapa de la vida en la que los “monstruos” sean diferentes: reprobar en la escuela, no ser aceptado por tu grupo de amigos y no poder estar a la altura de los desafíos de la vida, que no cesan de llegar.
El miedo es un sentimiento normal; todo el mundo lo tiene. De hecho, sentirlo es saludable, ya que es fundamental para nuestro sentido de supervivencia. Si el miedo no existiera, nos expondríamos a muchos riesgos. No tendríamos vértigo cuando estamos a grandes alturas, por ejemplo, y haríamos todo sin pensarlo dos veces. El miedo es una especie de freno en nuestra mente para advertirnos de los muchos peligros que nos rodean.
Sin embargo, cuando el miedo es excesivo, se vuelve paralizante y nos impide vivir plenamente. Cuando se incrementa, creemos que no podemos enfrentar los desafíos de la vida, nos sentimos demasiado pequeños y los problemas se convierten en terribles monstruos “invencibles”.
Quizá por eso, la Biblia repite la frase “No temas” 365 veces. Dios quiere que recordemos todos los días que él se preocupa por nosotros y que, confiando en él, podemos superar cualquier desafío. No tengas miedo de los “monstruos” de la vida. Jesús está de nuestro lado. Con él cerca, siempre somos más que vencedores.