“Habitará en las alturas”
“El que camina en justicia y habla lo recto […] este habitará en las alturas, fortaleza de rocas será su lugar de refugio, se le dará su pan y sus aguas tendrá seguras” (Isaías 33:15, 16).
Conocí la historia de Abel Mutai e Iván Fernández cuando Elías Peiró, mi compañero de trabajo, la mencionó en el culto de la editorial donde laboramos. Sucedió que Mutai, creyendo haber ganado la carrera, se relajó, redujo la velocidad y comenzó a saludar al público. Iván Fernández, al darse cuenta de que Mutai no era consciente de que no había cruzado la línea de meta, comenzó a gritarle para que continuara corriendo. Como Mutai no entendía español, Fernández lo empujó para que ganara la carrera.
Iván pudo haberse aprovechado del descuido de Mutai y haber conseguido el primer lugar, después de todo era una competencia. La pregunta que todos se hacían era: ¿Por qué no lo hizo? He aquí su respuesta: “Aunque me hubieran dicho que ganando tenía plaza en la selección española para el torneo europeo, no me habría aprovechado. Creo que es mejor lo que he hecho que si hubiera ganado. Y esto es muy importante, porque hoy en día, tal como están las cosas en todos los ambientes, en el fútbol, en la sociedad, en la política, donde parece que todo lo honesto ha perdido su valor, un gesto de honradez va muy bien”.
Este atleta español es un ejemplo de que, en los caminos agrestes de esta tierra, todavía hay gente que le atribuye valor a la honradez. Iván Fernández nos dio un gran ejemplo de lo que significa andar en integridad y hacer justicia. No se aprovechó de su prójimo, más bien lo ayudó a obtener el triunfo.
El profeta Isaías escribió un precioso poema en el que expresa el tipo de gente que Dios espera que seamos:
“El que camina en justicia y habla lo recto,
el que aborrece la ganancia de violencias,
el que sacude sus manos para no recibir soborno,
el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias,
el que cierra sus ojos para no ver cosa mala,
este habitará en las alturas,
fortaleza de rocas será su lugar de refugio, se le dará su pan
y sus aguas tendrá seguras” (Isa. 33:15, 16).
¿Somos una de esas personas? Quizá no podamos ganar una medalla deportiva aquí en la tierra, pero si actuamos en nuestro diario vivir como lo hizo Iván Fernández, nuestra medalla se nos entregará “en las alturas”, en el mismo cielo.