Lunes 27 de Septiembre de 2021 | Matutina para Adolescentes| Cavando más profundo

Lunes 27 de Septiembre de 2021 | Matutina para Adolescentes| Cavando más profundo

Cavando más profundo


“¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios!” (Sal. 46:10).

A medida que te desarrollas como cristiano, es importante que dediques tiempo a tu relación con Dios. Estas son algunas ideas que te ayudarán.

Reúnete con amigos creyentes. Durante mi primer año en la universidad, me reunía todas las noches entre semana con mis amigos Tim, Kris y Dave. Compartíamos peticiones de oración, alabanzas y todas nuestras inquietudes personales y espirituales. Esto representaba una pausa en nuestros agitados horarios y contribuía grandemente a cimentar la amistad entre nosotros y con Dios.

Aparta un tiempo tranquilo para estar a solas con Dios. El mundo de hoy te envuelve en el sonido del celular que te despierta, el informe meteorológico mientras te vistes, los parlantes de los automóviles, la música estruendosa del vecindario… Ubica un lugar tranquilo y tómate un tiempo para escuchar lo que Dios quiere decirte y que te puedes estar perdiendo.

Intenta comenzar con diez minutos. No es mucho. Pasará en un instante. Ve a algún lugar donde puedas estar solo, como un parque. Siéntate e invita a Dios a sentarse contigo. Imagina que él está allí y simplemente siéntate con él. No trates de pensar. Concéntrate en estar con Dios. Los pensamientos vendrán a ti. Puedes tener a mano una libreta y un bolígrafo para anotar aquello que llegue a tu mente y que necesitas hacer. Una vez que lo escribas, olvídalo y haz que tu mente vuelva a concentrarse en Dios.

Haz de esto un hábito, una parte vital de tu adoración. Requerirá un poco de práctica mantener tu mente abierta a Dios. Puede venir a tu mente cierto texto que te dará la clave para enfrentar o resolver un problema. Puede venir a tu mente la motivación a hacer algo por alguien. Algunos días descubrirás que tus preocupaciones se desvanecen y que esos diez o quince minutos con Dios son lo mejor del día.

Reescribe un versículo bíblico conocido o un salmo como si estuvieras escribiendo sobre ti o sobre un amigo. Por ejemplo: Dios amó tanto a Tamara que dejó todo para salvarla de la muerte.

Sirve a los demás. Encuentra a alguien que necesite ayuda. Cocina algo para una madre soltera trabajadora. Arranca la maleza del jardín de una persona mayor. Repara un juguete dañado o trabaja como voluntario.

Aprende de memoria tus capítulos favoritos de la Biblia. Es una habilidad que se vuelve más fácil con la práctica.

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