Lunes 27 de Septiembre de 2021 | Matutina para Jóvenes | ¿Te parece bien enojarte así?

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¿Te parece bien enojarte así?

“Pero el Señor le contestó: –¿Te parece bien enojarte así?” (Jon. 4:4, DHH).

La historia de Jonás es fascinante. Es tan corto el libro y se pueden extraer tantas lecciones de él… Te recomiendo que hoy dediques un momento a leerlo entero y a reírte y conmoverte con su historia tan humana y divina.

“Cuando Jonás conoció el propósito que Dios tenía de perdonar a la ciudad, que, a pesar de su maldad había sido inducida a arrepentirse en saco y ceniza, debiera haber sido el primero en regocijarse por la asombrosa gracia de Dios; pero en vez de hacerlo permitió que su mente se espaciase en la posibilidad de que se le considerase falso profeta. Celoso de su reputación, perdió de vista el valor infinitamente mayor de las almas de aquella miserable ciudad” (Profetas y reyes, p. 202).

Imagínate dentro de un pez. Imagina que el presidente de tu país declara ayuno nacional. Imagina que te has gastado la voz proclamando que algo sucedería y, al final, no sucede. Esta es una historia particular, con reacciones particulares y respuestas inesperadas.

Podemos ver de forma muy clara cómo nos comportamos muchas veces ante el arrepentimiento y la confesión de los demás. Celosos de nuestra reputación o de esas estructuras que obedecimos al pie de la letra por miedo y no por amor, nuestra estantería se desmorona cuando la gracia divina entra en acción, esa que desbarata ejércitos del mal con un regalo único.

Cuando Dios intenta razonar con nosotros, como lo hizo con Jonás, nos damos vuelta encaprichados y nos sentamos para asarnos al sol de este mundo de pecado como si fuese mejor eso que estar en su presencia misericordiosa. Es triste decirlo, pero a veces nuestras acciones también rayan en lo ridículo.

Cuando Jonás vio que el gusano se había comido la calabacera que lo protegía, Dios le preguntó: “¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta?”

Pero Dios pregunta no solo para exponer nuestra realidad y corazón, sino para salvarnos y redimirnos en primer lugar. Lo importante no era la planta, sino a dónde lo quería llevar con el razonamiento. ¿No se iba a compadecer de los ninivitas?

¿Hay algún grupo especial de personas que te caigan muy mal o incluso detestes por alguna acción en particular? Dios quiere su salvación y puede darles perdón. Si queremos ir al cielo, tendremos que acostumbrarnos a la idea de que esas personas pueden estar allá también… y no está bien que nos enojemos así.

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