El Parque Nacional de Yellowstone
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara” (Génesis 2:15, RVR 95).
¿Has estado alguna vez en el Parque Nacional de Yellowstone, o leíste u oíste hablar de él? Aunque el parque ha llegado a ser conocido como uno de los lugares de campamento favoritos de los Estados Unidos, en los primeros tiempos no era un lugar muy seguro para llevar a tu familia. No había puestos de guardabosques, torres de bomberos, ni campamentos construidos, y los cazadores furtivos deambulaban a sus anchas por el lugar.
En día como hoy, en 1872, el presidente Ulysses Grant reservó en Wyoming más de 8.000 kilómetros cuadrado de tierra para convertirlos en un parque nacional de uso público. Pero había un largo camino que recorrer antes de que el parque estuviese listo para el campista medio. En la década de 1880, se envió al ejército para expulsar a los cazadores furtivos, de modo que el parque fuera seguro tanto para los animales como para los turistas. Y entonces, se aprobaron leyes que protegían a muchos de los animales, incluida la población de bisontes norteamericanos que estaban a punto de extinguirse.
El turismo siempre ha sido un aspecto importante del Parque Nacional de Yellowstone. A principios del siglo XX, los trenes llevaban a grandes cantidades de visitantes. Hoy se calcula que, en promedio, dos millones de personas lo visitan cada año. Y la cantidad de animales también se ha multiplicado, lo que hace que sea uno de los lugares más populares para visitar en vacaciones familiares. Bisontes, alces, pumas, antílopes americanos, lobos, osos negros y osos pardos son solo algunos de los animales que se pueden ver en el parque. Lamentablemente, a lo largo de los años, el parque ha tenido problemas en cuanto a la prevención de incendios. En 1988, una serie de incendios forestales arrasó el parque, quemando más de 5.700 kilómetros cuadrados de bosques y praderas. En la actualidad, los gestores y la administración del parque llevan a cabo un programa más equilibrado de conservación de los bosques.
Dice mucho de nuestro Dios y de lo que siente por nosotros que no haya creado un vasto planeta solo de tierra. O solo de rocas. O solo de hierba. Esculpió majestuosos picos montañosos, extendió praderas vestidas de flores silvestres, esculpió lugares donde el agua chispeante podía caer sobre los acantilados; llenó este variado paisaje con todo tipo de animales; y luego nos lo entregó para que, con él a nuestro lado, disfrutemos y exploremos el Jardín del Edén (primero) y lugares como el Parque Nacional de Yellowstone (después). ¡Qué placer es agradecerle por su hermosa creación al cuidar estos destellos del paraíso!